Amar es un horizonte
Nosotros los de entonces
José Manuel Benítez Ariza
La Isla de Siltolá
134 páginas | 12 euros
José Manuel Benítez Ariza (Cádiz,1963) es dentro de su generación, en la que está acompañado por nombres como los de Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal o Vicente Gallego, un escritor polifacético (poeta, novelista, crítico literario y cinematográfico, articulista y traductor) con una voz reconocible desde el primer momento que, en lo que atañe a la poesía, se ha ido fecundando mediante un proceso de indagación en la existencia en el que lo circunstancial no está desligado de lo esencial, y la realidad, tanto personal como colectiva, está constantemente ahondada, de un modo casi invisible, por la proyección de la intimidad de quien la vive. Todo lo cual genera en el lector una inevitable reflexión encarnada que le conduce a ir más allá de lo que se narra (hay mucha narración en esta poesía), adquiriendo este una visión omnicomprensiva de la condición humana de la que no se excluye el misterio, y que, en último término, es creadora de conciencia. Una comunicación a través de un lenguaje “aparentemente coloquial pero que encierra un discurso radicalmente poético”, como afirma Felipe Benítez Reyes, con varias capas, presente a lo largo de toda su obra poética formada por diez libros, de la que es una buena muestra hasta 2007 la antología de autor Casa en construcción publicada por Renacimiento, en la que no se incluyen Diario de Benaocaz ni Panorama y perfil aparecidos posteriormente; a los que se añade ahora, fiel a ese sentido unitario que tiene su creación, un volumen que reúne sesenta poemas de amor escritos a lo largo de más treinta años bajo el título Nosotros los de entonces, editado por La Isla de Siltolá, donde se incluye el libro inédito La intemperie.
Un verdadero acierto, porque el lector que no conozca, o solo muy fragmentariamente, la poesía de José Manuel Benítez Ariza, tendrá la oportunidad de comprobar esa imbricación hasta devenir conciencia de lo más visible e invisible, del suceso en su manifestación exterior y en sus radiaciones íntimas, de lo más corporal y el latido de lo trascendente. Y de hacerlo a través de un tema eterno, universal y a la vez único en cada ser, como es el amor.
Nosotros los de entonces está encabezado por un texto del propio poeta cuya lectura es necesaria por formar parte natural de esta compilación, al traducir a prosa algunas ideas sobre la poesía amorosa para él básicas, entre las que se encuentran la doble condición que esta posee, al ser —dice— “uno de los grandes temas sin los que no puede concebirse la poesía misma, pero también uno de los que admiten una expresión histórica y socialmente más circunstanciada”; o que “la función de lo elegíaco en la poesía amorosa, no sea tanto llorar lo perdido o no alcanzado, como enunciar un horizonte de deseo expandido más allá de su consumación. En poesía, el amor es siempre amor trascendido”. Y una vez leído el texto introductorio en el que también se subraya “lo circunstancial y discontinuo de la experiencia amorosa”, el lector verá como en una radiografía movible el tiempo y el espacio de la relación entre los amantes; sentirá la extrañeza de algunos encuentros; experimentará la necesidad de los otros para saber lo que interiormente nos pasa; medirá con el termómetro de la pérdida la verdadera temperatura de lo amado; se preguntará sobre la búsqueda de identidad subyacente a todo comportamiento amoroso y, sobre todo, sentirá la energía amorosa más allá de su individual concreción. Lentamente, fundiendo acción, reflexión y emoción, ha de leerse la poesía amatoria de José Manuel Benítez Ariza, que consigue por su autenticidad y verdad poéticas que el lector hable consigo mismo.