La clandestinidad en el franquismo
Las tres bodas de Manolita
Almudena Grandes
Tusquets
766 páginas | 22 euros
Los amazónicos “Episodios de una Guerra Interminable” con los que Almudena Grandes viene recreando la España franquista alcanzan su cuarta entrega en Las tres bodas de Manolita. Ahora se centra en las desventuras de los republicanos en la alta posguerra y sitúa la acción principal en Madrid. El marco cronológico rebasa, sin embargo, aquellas fechas; penetra en la República para buscar las raíces de algunos hechos y se dilata hasta 1977 con el fin de evaluar políticamente la trayectoria de los personajes. El espacio también tiene incidental localización en Bilbao con el efecto de evidenciar que la ignominia se extendía por todo el país.
De acuerdo con la inspiración galdosiana de la novela, un argumento fuerte la sostiene. Cuenta la curiosa peripecia aludida en el título: la protagonista fingió un par de bodas con un recluso en Porlier para trasmitirle un mensaje del PCE. La compleja relación establecida con el preso desembocó mucho después en un matrimonio real. Esta trama se muestra a través de dos puntos de vista complementarios. Por una parte, el relato en primera persona de Manolita, que da lugar a una visión subjetiva e intimista en la que aflora el sufrimiento moral de los vencidos en la guerra. Un análisis psicológico atento a los matices anímicos en unas circunstancias políticas y materiales tan dramáticas da un retrato de interiores intenso y emocionante. Por otra parte, un narrador en tercera persona actúa como fedatario omnisciente de todo aquel largo tiempo e incluso ejercita la pura reconstrucción documental en un breve capítulo dedicado al sanguinario policía Roberto Conesa.
La doble materia de las emociones y el testimonio alimenta este dilatado fresco de la dictadura. Para ello, Almudena Grandes provee a la novela de una amplia galería de personajes, entre quienes figuran algunos de base real como el mencionado policía u otros cercanos a la propia autora. De ello se desprende una narración coral que lleva al papel tanto los tipos extremos de la naturaleza humana, el solidario y el canalla, como vivencias antagónicas, el terror y la ilusión. El ribete maniqueo que los caracteriza se justifica al hallarse en un relato donde el bien y el mal se enfrentan cara a cara. Pero también ofrecen una gradación de pulsiones que proporciona, en general, una convincente representación de nuestra especie. El frente testimonial de esta novela contiene llamativas situaciones que constituyen un gran gancho novelesco, tales las extravagancias de Hoyos y Vinent, el aristócrata anarquista muerto en prisión, el mercadeo del capellán de la cárcel, las peculiares condiciones de los condenados que trabajaron en el Valle de los Caídos o la reeducación de los hijos de los presos. Merece destacarse el nivel de exigencia de la autora, que, en lugar de limitarse a recrear situaciones consabidas, se procura una sustancia anecdótica por sí misma interesante.
En algunos pasajes (la cárcel o el colegio de monjas) la novela consigue impactantes efectos. La denuncia abarca diversos frentes del franquismo: la represión política irracional, el espíritu vengativo o la complicidad de la Iglesia. Debajo de todo ello está el heroísmo comunista para mantener viva la lucha. El motivo central en torno al que gira el abundante y amargo anecdotario es un repaso y reivindicación de la clandestinidad. El desenlace contrapesa la apología con un tono elegíaco que revela, sin simplismos, el saldo paradójico del antifranquismo. Almudena Grandes convierte con pulso imaginativo y utilizando los recursos de la narrativa tradicional esta aventura ideológica y humana en una buena novela histórica, aunque de extensión un tanto desmesurada.