Regreso al mundo Brontë
Todo ese fuego
Ángeles Caso
Planeta
256 páginas | 20 euros
Sobre las hermanas Brontë todos tenemos un imaginario muy particular. Reconocemos sus paisajes, de qué manera sopla el viento en sus historias y cómo suenan las maderas en las salas de estar donde caminan sus personajes. Cumbres borrascosas forma parte de nuestras turbulentas adolescencias, Jane Eyre nos inauguró las lecturas en inglés y Agnes Grey nos enseñó a descubrir el exacto retrato de la Inglaterra que basculaba entre el romanticismo de Byron y la época victoriana. Todos guardamos un mundo Brontë, un imaginario que ha sido versionado hasta la saciedad en novelas, películas y obras de teatro y hasta existe cierta fiebre snob y fetichista por todo lo que rodea la vida de estas mujeres.
Por eso podría pensarse que atreverse a escribir algo más sobre ellas es una osadía insensata o un camino demasiado trillado en el que no merece la pena adentrarse. Ángeles Caso lo hace en su último libro Todo ese fuego, un paseo por la vida de tres mujeres sobre las que aún existen muchos secretos y que siguen siendo un misterio: ¿cómo es posible que tres muchachas de provincias, sin recursos, aisladas y pobres pudieran crear un mundo literario que hoy es considerado un clásico?
Charlotte, Emily y Anne siguen asombrando tal y como demuestra Caso, pero no es nada fácil hacer una novela sobre ellas. A Ángeles Caso se le nota el oficio de narradora y de historiadora, porque sólo alguien que basa sus libros en un riguroso ejercicio de documentación, podría narrar con propiedad el mundo de estas escritoras, lleno de lagunas, hipótesis e incluso leyendas. En nuestro mercado editorial —porque no me atrevería a hablar de mundo literario visto el panorama que sufrimos— abundan los autores que escriben sin pudor, con demasiada ligereza y superficialidad de temas históricos. Por eso llama la atención cuando un libro está bien escrito y es fiable. Y éste es un caso claro.
Ángeles Caso corría el riesgo de caer en la gran trampa de la literatura biográfica: la novela acartonada con servidumbre excesiva al dato real, el relato constreñido por el personaje histórico que asfixia la atmósfera literaria. Pero se nota que la autora ha novelado a figuras de largas sombras históricas, desde Elizabeth de Austria a la princesa de los Ursinos. Y se mueve con habilidad por los terrenos fronterizos de la novela y la Historia.
Lo más destacable es el guiño al lector de las Brontë sobre proyecciones biográficas en sus novelas. Reconocemos a Charlotte en Jane Eyre o a Emily en tantos momentos de Cumbres borrascosas, pero Ángeles Caso sorprende con aspectos nuevos o, al menos, poco conocidos. Especialmente interesante serían las aportaciones sobre Emily investigadas por Sarah Fermi en su ensayo Emily’s Journal acerca de una supuesta relación con un muchacho obrero que moriría pronto y que se intuye en sus poemas. También hay que señalar la historia de Branwell, el único hermano, una figura turbia y extraña y cuya historia de fracaso, tan atractiva para un novelista con recursos, es bien aprovechada por Caso.
Ángeles Caso consigue insuflar aire literario a las hermanas Brontë que aquí parecen criaturas escritas por ellas mismas. Pero hay algo más. No escribe de algo ajeno y de un pasado lejano. Aquí se cuela una Ángeles Caso que evoca la memoria de los seres perdidos, que reflexiona sobre la muerte o la fe, que se lamenta sobre la suerte de las mujeres implicándose con todas sus consecuencias. Un puro ejercicio brontiano que no deja indiferente, porque la literatura es como ese bacilo de Koch que las devoró por dentro.