Memorial de disidencias
Más allá de la deuda que cualquier escritor en español tiene con el autor de El Quijote, la concesión del Cervantes no presupone una familiaridad especial con el príncipe de los ingenios, pero hay ocasiones en que el galardonado, como es el caso de Juan Goytisolo, ha mantenido una relación tan estrecha con la figura y la obra del alcalaíno que de algún modo hacía inevitable que su nombre figurara un día entre quienes, a un lado u otro del territorio de La Mancha, han merecido la más alta distinción de las letras en castellano. Como narrador, ensayista, crítico o memorialista, Goytisolo es uno de los grandes de la generación del medio siglo y su figura encarna de modo ejemplar conceptos como la experimentación, el compromiso, la curiosidad intelectual o el cuestionamiento de las ideas heredadas.
Modelo de heterodoxos, lo llama Caballero Bonald, y en efecto Goytisolo, desde hace décadas y en varios frentes, ha hecho de la disidencia una norma de conducta. El exilio voluntario, el interés por otras culturas o la subversión del “canon dominante”, a partir de una relectura tanto de la historia como de la literatura españolas, lo sitúan, como afirma Caballero, en un lugar muy peculiar dentro del pensamiento crítico contemporáneo, afín a las tesis de autoridades como Américo Castro o Francisco Márquez Villanueva. Visitado por Javier Valenzuela y Ricardo Martín en su casa de Marrakech, el propio Goytisolo habla de su admiración por Cervantes y reivindica los nombres de los estudiosos citados, pero también aborda otras cuestiones como la necesidad o la conveniencia de releer a los autores que nos importan, los efectos de la llamada Primavera Árabe o los cambios experimentados por la ciudad donde un día fijó su residencia.
De su obra narrativa escribe Juan Francisco Ferré, que destaca la suma de identidades presentes en el escritor y la evolución de sus novelas desde el realismo social de sus primeros títulos hasta sus ejercicios más arriesgados, novedosos y radicales, que dialogan con su obra crítica desde el común empeño de cuestionar —también desde el humor o la sátira— las verdades establecidas. Junto a Barral, Castilla del Pino o el propio Caballero, Goytisolo es además uno de los memorialistas importantes de su generación, con dos entregas autobiográficas cuyas diferencias son analizadas por José María Pozuelo Yvancos, para quien ambas sobresalen por la valerosa sinceridad de su testimonio y por lo que aportan a la comprensión del contexto literario de una época. Sergio Vila-Sanjuán, por su parte, recuerda la labor de Goytisolo como periodista cultural y en particular su trabajo como divulgador del legado del Islam, que el autor conoce como muy pocos entre nosotros y al que dedicó una excelente serie televisiva de la que nacieron dos volúmenes añadidos a su obra ensayística, repleta de hallazgos e incitaciones.
Tres escritores comparten el apellido Goytisolo, el fallecido poeta José Agustín, el ahora premio Cervantes y Luis, también prestigioso novelista e igualmente considerado como uno de los autores ineludibles de la narrativa española contemporánea. Este último aborda el llamativo caso de los tres hermanos dedicados a la literatura y evoca sus relaciones con Juan o el impacto de la traumática muerte de la madre en su obra no sólo autobiográfica, incidiendo en el valor de su interpretación de los clásicos españoles y en la aparente paradoja que supone el que sea un escritor afincado en Marruecos el que tanto haya hecho por difundir los valores menos consabidos —o deliberadamente soterrados— de la tradición castellana.