“La pasión es una droga que te impide razonar”
Nativel Preciado comenzó su andadura profesional en 1966 y su labor periodística ha sido reconocida con Premios como el Francisco Cerecedo y el Víctor de la Serna. Es autora también de varios ensayos y novelas, como Fuera de campo, El egoísta y Camino de hierro por las que fue finalista del Planeta y Premio Primavera. Con Canta solo para mí, ha conseguido el XIX Premio Fernando Lara.
—Una novela cuyo eje central es la historia de una pasión clandestina y casi letal.
—Uno siempre trata de ocultar las pasiones desesperadas porque nunca se termina de aceptar la dependencia de una emoción sin límites que resulta perjudicial. Por eso se lleva mejor en la clandestinidad. Muriel cita a Sándor Márai cuando dice que todas las pasiones son desesperadas y despiertan nuestro lado oscuro. La contradicción reside en cómo una persona independiente, feminista, que se subleva al ver en Argelia el sometimiento al islam de las mujeres, acepta ser la mujer árabe del hombre al que ama. La pasión es la dependencia de una droga que te hace sentir mucho y te impide razonar.
—El contrapunto de esa pasión por un hombre enamorado de todas las mujeres es el amor por un hombre enamorado de una causa.
—Bashir es el compañero con el que Muriel quiere compartir un amor sosegado, un hombre comprometido con Yaser Arafat y los ideales de una lucha, que le permite ser ella misma. Incluso contarle la locura que le provoca Tanis. En la vida nos movemos a veces entre esa pasión destructiva y ese amor maduro.
—El telón de fondo de la historia es la memoria en blanco y negro del posfranquismo.
«Hay una idea soterrada sobre que los pueblos sometidos ideológicamente son grises y reprimidos. Y no es cierto, la vida late a pesar de los intentos por segarla»—En el posfranquismo los ciudadanos empezaban a resistirse al dictado del autoritarismo y vivían su cotidianidad al margen de las prohibiciones como buenamente podían, arriesgándose a que los acusaran de lo que no eran y los detuviesen, igual que ocurre con algún personaje de la novela, porque en esos últimos años hubo una reacción violenta, como los fusilamientos de Hoyo de Manzanares. Hay una idea soterrada sobre que los pueblos sometidos ideológicamente son grises y reprimidos. Y no es cierto, la vida late a pesar de los intentos por segarla. Y si se es joven el peligro es vencido por las ganas de luchar por las libertades personales, en las lecturas, en el amor. Ninguna dictadura puede con la pulsión de la libertad.—La mirada de Muriel también desvela la impostura de muchos mitos revolucionarios.
—Ella se decepciona prematuramente al descubrir que el principio de muchas esperanzas empezaban a frustrarse. Muriel considera que las cosas incipientes en las que cree, al igual que la libertad, deben ser íntegras y no tener fisuras. Sin embargo ve en el propio Tanis, en el movimiento feminista, en las promesas revolucionarias, que existen muchas imposturas, cierta estafa. A principios de los años setenta muchos ídolos que habían despertado grandes esperanzas comenzaban a estar fallidos, a mostrar que también eran humanos. De todos ellos en realidad sólo nos ha quedado Nelson Mandela, el único que a pesar de una larga vida no nos ha decepcionado.
—¿Fue el caso Heberto Padilla el que supuso el final del idilio entre los intelectuales y la revolución cubana?
—Sí. Fue la chispa que quemó las esperanzas de la libertad de pensamiento. Los intelectuales que apoyaban a Fidel reaccionaron primero en contra de su encarcelamiento y estallaron después con el esperpento que le obligaron a hacer con la auto confesión en la que pidió perdón y renegó de sus ideas y de sus obras anteriores. Sucedió lo mismo con la invasión de Checoslovaquia. Esas chispas iban demostrando que el sistema también era fraudulento.
—También fue determinante el polémico estreno de la película La confesión de Costa Gavras.
—Aquello fue un emblemático acto de valor de personas íntegras, desde el punto de vista ideológico y político como Semprún, Yves Montand y Costa Gavras, al denunciar los crímenes del estalinismo. La confesión provocó que fuesen duramente criticados. Sin embargo fue el inicio de un abrir los ojos frente a todo y tener ecuanimidad para juzgar los errores de un sitio y de otro, para luchar contra los sectarismos. Una lucha que todavía, a estas alturas, seguimos manteniendo. Esto demuestra que hay determinados errores humanos, como el sectarismo o ese amor letal, contra los que hay que luchar continuamente. La experiencia siempre llega tarde y parece que cada generación tiene que pasar por las mismas pruebas sentimentales, ideológicas, intelectuales. Y según las supera cada persona así será su vida.
—Está es su novela más periodística. Un relato casi testimonial sobre un oficio que les hacía sentirse henchidos de orgullo y dignidad.
«En el posfranquismo los periodistas y los políticos nos pusimos a la altura de lo que exigían aquellas circunstancias históricas»—En aquella época todos los sectores profesionales tenían un objetivo muy noble: luchar por conseguir la democracia y formar parte de Europa y del mundo. En el posfranquismo los periodistas y los políticos nos pusimos a la altura de lo que exigían aquellas circunstancias históricas. La mayoría de los acontecimientos políticos nacionales se rebotaban a través de la prensa extranjera y los periodistas nos sentíamos muy orgullosos de encontrar las fisuras para contar las huelgas mineras, lo que sucedía en el Tribunal de Orden Público, en un concierto de Raimon o en la trastienda de un estreno de teatro. Todavía nos sentimos orgullosos de aquello, de aquel oficio lleno de retos, de aventuras, de nuestro afán por descubrir el mundo con el convencimiento de que podíamos salir adelante. En cambio ahora a los periodistas nos están diezmando. Y cuando se lucha por un hueco la esperanza es mucho más difícil.—Muriel es fotógrafa de prensa. ¿ Una reivindicación de las primeras reporteras gráficas?
—Es un homenaje a la importancia de su trabajo en los reportajes, en las crónicas, en las entrevistas. En aquellos años, en los que se había reconocido el trabajo de periodistas pioneras como Eugenia Serrano, Josefina Carabias, la fotografía no estaba tan valorada como ahora y las reporteras gráficas eran muy desconocidas a pesar de haber excelentes profesionales como Marisa Flórez, Colita, Juana Biarnés. Los gráficos me han acompañado mucho en mi profesión y hemos sido muy compañeros, de igual a igual. He querido dignificar su profesión. Lo mismo que en Llegó el tiempo de las cerezas hice con los actores de doblaje.
—Muriel realiza tres viajes a lo largo de la historia que son la evolución de su historia de amor. Es también un viaje interior.
—La idea era mostrar la evolución de sus sentimientos hacia Tanis a través de los escenarios que visita, marcados por los acontecimientos de esa época y por el carácter de Tanis. La Argelia de la revolución donde ella se entrega absolutamente a la vez que transforma su idea de la revolución al comprobar su fracaso. Córcega es la mirada crítica hacia la violencia de la lucha por la libertad, admitida en cierto modo por la intelectualidad, mientras que Muriel no quiere contactos con terroristas, y es donde se inician las dudas, el conficto emocional con Tanis. París es el lugar en el que, en nombre del mayo francés, se comenten todo tipo de excesos y donde ella decide que no quiere una libertad sexual a todo trapo.
—Otro de los temas es la búsqueda del padre que lleva a cabo el personaje de Malik a través del relato de su madre y sus amigos periodistas.
—El personaje de Malik me interesaba mucho. Es la mirada del joven que quiere descubrir la verdad de cómo fue todo aquello, la vida profesional por la que premian a su madre y los afectos reales que unían a un grupo de periodistas. Malik tiene el escepticismo de las nuevas generaciones que piensan que los mayores sólo cuentan viejas batallas que no tuvieron tanto mérito y que están salpicadas de mentiras. Al mismo tiempo que va ensamblando la historia va acercándose a la figura de su padre y su ausencia. Con su mirada rebelde ve los triunfos y derrotas de su madre y también de una época, a la vez que se pregunta cómo será el futuro.