La edición de la memoria
Especies en extinción
Juan Cruz
Tusquets
464 páginas | 22 euros
La memoria es una voz que se asoma desde una taza de café. Humeante, oscura, serena, amarga, aunque uno la endulce y trampee su sabor. La memoria es la postal de los otros tiempos y de las otras personas que uno fue o soñó ser. Frente a su aroma o al color sepia de las imágenes, de las palabras, de las emociones, uno confronta los ojos del presente, se reconoce en sombras y hace una edición de la memoria entre cicatrices, logros, silencios y confesiones que nos cuentan y cuentan lo que somos profesional y sentimentalmente. Juan Cruz también lo lleva a cabo. Desde la frontera de una edad que aúna mucho tiempo detrás y menos horizonte delante —una certeza que permite la elegancia de no ajustar cuentas ni colgarse medallas— hace balance con algo de tristeza y desgaste al recordar la vitalidad de sus aventuras como periodista y editor.
Un libro es el producto de un sentimiento, dice el autor canario. Y en este caso, ese sentimiento es el de la pasión por dos oficios que todavía son cónsules notables de la realidad, de la indagación sobre el hombre en la sociedad y su adversidad. Aunque hoy, como casi todo, anden con un pie fuera del nuevo mundo en el que la mayoría de los valores y profesiones humanísticos son el lastre de la economía virtual, de la deseducación cultural. Periodismo y edición de literatura. Palabra y pensamiento. Crítica y fabulación. La magia de contar las urgencias del día, la ficción de lo que puede llegar a suceder. Juan Cruz conoce a fondo los mecanismos secretos de estos oficios. Y también los éxitos, las derrotas, las incertidumbres de su labor y de su presente imperfecto. Ha estado años en las trincheras de ambas maneras de mirar el mundo para hacer lo mismo: contar como se recuenta el cuento de la vida, que dijo su amigo Carlos Fuentes. Lo hizo en libros con su firma literaria, en entrevistas que nos aproximan al alma del personaje que hay detrás de la obra, del lenguaje y de los gestos. Y vuelve a hacerlo en estas páginas donde los recuerdos, las atmósferas, las ciudades, los libros, los amigos, los amores que fueron, la reconciliación conyugal, el orgullo de padre y el llanto de un nieto, fluyen y viajan, se desnudan y se entrecruzan, se confiesan sin dolerse y sin ponerse estupendos.
Juan Cruz equilibra la honestidad, el haber sido testigo y cómplice, al desgranar por dentro los juegos y tensiones entre el mundo editorial y la vanidad, la ambición o la necesidad de desaparecer de los escritores; entre el diseño del éxito y la espontaneidad del triunfo; entre la fidelidad y la deslealtad. Hay sinceros homenajes del editor que aprendió de los grandes: Antoine Gallimard, Peter Mayer de Penguin, Michael Korda de Simon & Schuster; admiración por los autores cuyas huellas contribuyeron a su carrera: Vargas Llosa, García Márquez, Rafael Alberti, Günter Grass, Caballero Bonald, Saramago. Sin olvidar otros nombres importantes que fundamentan una larga amistad trenzada en viajes, conversaciones y en noches dentro de la noche. Como tampoco falta el respeto evocador hacia los que llegaron y se fueron, porque la literatura es la consecuencia de la voluntad y los sueños, dejando una brecha: lo que más le duele a un editor no es el regateo o la subasta con un autor o su agente, sino que otra editorial se lleve al nombre que fue su apuesta. O la evocación del magisterio de Jean Daniel y Eugenio Scalfari, la romántica reivindicación de que la literatura y el periodismo duren una vida más.
Especies en extinción es un hermoso canto de cisne al periodismo y a la edición. Juan Cruz cuenta lo vivido en un libro de personajes y experiencias personales donde lo profesional y lo sentimental son la música de este jukebox de la memoria convertida en literatura.