«Es fascinante ver cómo las tendencias se hacen realidad»
Dibujante e ilustrador de moda y publicidad, Jordi Labanda nació en Mercedes (Uruguay) aunque ha vivido en Barcelona desde niño. Actualmente reside en Nueva York, desde donde colabora con prestigiosas publicaciones de todo el mundo. Su trabajo ha sido exhibido en galerías y museos de Tokio, París, Milán, Buenos Aires o Barcelona. Recientemente ha lanzado, junto a Ana García-Siñeriz, una colección de libros infantiles publicada por Planeta, “La banda de Zoé”.
—Su estilo es fresco, divertido, irónico, colorista, ¿cómo ha sido la evolución desde el diseño industrial hasta su actual campo de actuación, tan diverso?
—Cuando finalicé mis estudios, España se hallaba sumida en una importante crisis económica (posolimpiadas) y el trabajo para un recién licenciado en diseño industrial era escaso. Esa época me permitió darme cuenta de que podía juntar dos de mis grandes pasiones: el dibujo y las publicaciones, así que decidí lanzarme a la piscina porque sabía que había un lugar para mí, no tenía ninguna duda.
—¿Cuáles han sido sus modelos principales a la hora de labrar su propio estilo?
—Los artistas que más me han influido y a los que puedo considerar mi “familia artística” son los fotógrafos Irving Penn, Richard Avedon y Helmut Newton, los artistas plásticos Alex Katz y Andy Warhol, los directores de cine Federico Fellini, Vincente Minnelli, Douglas Sirk y Pedro Almodóvar o el ilustrador René Gruau.
—¿Qué importancia tiene la moda en su trabajo, como referente estético y social?
—Me considero una persona muy observadora y analítica, todo el tiempo estoy sacando conclusiones de lo que veo y supongo que eso se refleja en mi obra. El mundo de la moda es un laboratorio donde todo es un poco loco pero semióticamente apasionante.
—¿Cómo ha sido su colaboración con Ana García-Siñeriz para “La banda de Zoé”?
—Ana y yo somos amigos desde hace años. Cuando me contó su idea de escribir esta colección no lo dudé y le propuse dibujar las ilustraciones, ella ha sido muy generosa a la hora de presentar el tándem. La parte más apasionante fue dotar de personalidad a los personajes de la serie. Cada libro lleva un número considerable de dibujos, así que es un trabajo que me ocupa bastante tiempo, pero lo disfruto en cada momento.
—¿Qué le aporta Nueva York a alguien que vive de un trabajo gráfico?
—Aporta modernidad, riesgo, no querer parar de hacer cosas, sentirte parte de un cosmos creativo en constante ebullición. Es fascinante ver cómo las tendencias se hacen realidad delante de tus ojos.
—¿Cómo es la ilustración editorial en la prensa neoyorquina?
—Mucho más potente y trabajada que en Europa, nos llevan años de ventaja. Este es un país que se mueve básicamente por lo visual, el grafismo es muy importante en la cultura norteamericana. Cuando la ilustración comenzó a coger fuerza como herramienta de comunicación, en los años noventa, fue aquí donde empezó la tendencia.
—¿Como se ve Barcelona y nuestro país desde Nueva York?
—Veo Barcelona como mi verdadera casa, nunca puedo desvincularme de ella. Mi contacto con la ciudad es diario, así que estoy muy al tanto de todo lo que pasa. Barcelona tiene una especie de bonus point porque todo el mundo la adora. España se ve de una manera un poco más preocupante, aquí la gente es consciente del mal momento que se está pasando.
—¿Sigue trabajando con gouache sobre papel? ¿Cómo utiliza el ordenador en sus ilustraciones?
—Efectivamente, el gouache es la base de mi trabajo. Solo utilizo el ordenador —y no lo hago yo, sino una persona especializada— para retocar las ilustraciones una vez escaneadas. El escáner es un arma mortífera para los que trabajamos a mano, pero muy necesaria. La mayor parte del trabajo de retoque consiste en hacer que la ilustración vuelva a tener el look original antes del escaneado. Lo considero una paradoja de la era moderna.