El vuelo de los dados
Las manos
Miguel Á. Zapata
Candaya
264 páginas | 16 euros
Estimado y bien conocido por sus relatos, con los que ha formado varias colecciones y participado en más de una antología Miguel A. Zapata se ha pasado a la novela con un libro que es, sobre todo, un soberbio ejercicio de estilo, un conseguido y brillante tratamiento del lenguaje, una herramienta que utiliza con total descaro y acierto en ese viaje a ninguna parte emprendido por un personaje extravagante, ese disparatado Mario Parreño que nos recuerda inevitablemente a alguno de los de Eduardo Mendoza, y en ello no hay imitación, a lo más homenaje. El Parreño de Zapata se mueve muy bien solo, por un Madrid de los aledaños de la Gran Vía. Aledaños de azoteas con vistas, pensiones desvencijadas y mujeres-dueñas de rompe y rasga. Su viaje a ninguna parte, donde lo que importa no es llegar sino lo que ocurre en el itinerario, y a Parreño le ocurren muchas cosas, puro disparate casi todas ellas, tiene que ver con la Copa del Mundial de 2010 porque celebrando por la Gran Vía aquellos fastos que nunca volverán, el protagonista, perdido entre el honrado pueblo de Madrid que vitorea a sus héroes, observa cómo al Niño Torres se le escurre la Copa desde el autobús descubierto de los vítores y honores y cómo esta muerde asfalto y alguien se la lleva. A partir de este momento sublime, Mario Parreño con las botas de siete leguas, con la lupa de avisado detective privado, emprende una disparatada e inverosímil carrera por encontrarla que le llevará, primero a los aledaños citados, luego a Viena, después a N.Y. y posteriormente, antes del regreso a Madrid −un viaje iniciático es una pescadilla que se muerde la cola, siempre se regresa si no al lugar del crimen sí al punto de partida−, a Tokio, a un Japón devastado por una central atómica descorchada como una botella de champán. A Zapata en su primera novela no le ha importado demasiado crear una sólida trama narrativa, cumplir con sus más estrictas reglas. Lo que hace singular este libro es, en primer lugar, el humor gastado en él, un humor muy conseguido, desternillante, muchas veces, chocarrero en ocasiones, las menos; y sobre todo y ante todo, lo que hace singular este libro es el extraordinario ejercicio de estilo que supone ponerle palabras a este alocado viaje de Parreño, cómo estira y estira el idioma para conseguir un ritmo endiablado y un sonido verdaderamente conseguido. Humor, estilo y lenguaje. Lo de menos es la Copa de la Roja (la Floja, dicen, desde junio de 2014).