Fotografías movidas
Caminos anfibios
Ernesto Calabuig
Menoscuarto
168 páginas | 16 euros
Uno de los relatos de Caminos anfibios viene encabezado por esta cita de Rodrigo Fresán: “El pasado nunca deja de moverse aunque parezca inmóvil”. Estas palabras expresan el espíritu de las trece piezas breves del volumen, un esfuerzo por atrapar recuerdos resbaladizos como peces, de fijar momentos y emociones que a veces salen inevitablemente “movidos” como sucede en fotografía.
Calabuig sabe lo que quiere y domina la técnica. La suya es una escritura de la memoria que juega con la naturaleza divagatoria y fragmentaria de los recuerdos, a partir de hechos anecdóticos. Siendo un prosista de corte clásico, a menudo se pone pop, ambientando sus historias con series de televisión, marcas comerciales, y otras se torna posmoderno al deslizar referencias culturales, desde Herzog a Kinski pasando por Edgardo Cozarinsky y Franz Kafka, que actúan como asideros de la memoria, de la vinculación de Calabuig con Alemania, escenario recurrente de las historias. Lo importante es descubrir qué reflexiones se desprenden de la experiencia vital, qué metáfora indeleble extraer. Qué certezas, también, en este tiempo de estímulos ilusorios y prefabricados.
El relato que da título al libro describe las migraciones de sapos y el modo en que éstos, obedeciendo las órdenes del instinto, hacen su camino ignorando los peligros que les acechan en la carretera. Puede que los seres humanos seamos así, que estemos condenados a tomar un solo camino, cada uno el suyo, sin que sirvan de nada las señales de peligro. Pero la literatura, como la de Calabuig, nos permite detenernos un instante, volver sobre nuestros pasos. Y saber que también son nuestros los senderos que no escogemos, que en cierto modo también somos aquello que rechazamos o no nos atrevimos a ser.