La ciencia en la Academia
Conversación de Margarita Salas y José Manuel Sánchez Ron
Desde hace años, la ciencia y su hija la tecnología ocupan un lugar cada vez más importante en nuestras vidas. Palabras o expresiones como células madre, ADN, android, ebook, mapa genético, redes sociales, neanderthal, genoma, usb… forman parte de nuestra cotidianidad y se han incorporado a las conversaciones habituales. El desarrollo de las llamadas Ciencias de la Salud, el inmenso crecimiento de la informática y la implantación de Internet, han alumbrado un homo technicus que, ante la nueva realidad, adapta su lenguaje para expresar ese mundo emergente.Margarita Salas (MS) y José Manuel Sánchez Ron (JMSR) son dos de los pocos científicos que pertenecen a la RAE. La discípula de Severo Ochoa, prestigiosa especialista en biología molecular, y el físico e historiador de la ciencia, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los más reconocidos divulgadores científicos, integran la comisión que decide qué nuevos términos científicos se incluyen en el Diccionario. Los dos académicos reclaman para esa docta institución una mirada científica, ambición que hacen extensiva a la sociedad española.
—Parece que persiste la división entre las ciencias y las letras como dos mundos completamente ajenos.
—(MS) Esa dicotomía viene de muy lejos. Yo soy de ciencias y tú de letras. Los de ciencias consideramos que tenemos que saber de otras cosas. Por ejemplo, quién escribió el Quijote. Y muchos de letras no consideran necesario conocer quién descubrió el ADN. Pienso que los de ciencias somos más cultivados y consideramos que la ciencia es cultura.
—(JMSR) Existió ese desprecio, pero se trata de la consecuencia de una educación limitada. Hasta mediados del siglo XIX, en España no existen las facultades de ciencias, que estaban incluidas en Filosofía. Entre las causas, estaban la casta de hidalgos de medio pelo que vivía de espaldas al conocimiento, una Iglesia contraria a ese conocimiento, y también la riqueza fácil que llegaba de América y que se empleaba para guerras, nunca para el desarrollo. Y hay que partir del hecho de que es más difícil leer un libro de Hawking que Cien años de soledad.
Margarita Salas: «Hace mucha falta que los políticos entiendan la importancia de la ciencia para el desarrollo del país. Lo dicen, pero no lo practican. La situación es crítica y desesperante porque muchos proyectos no consiguen dinero para seguir adelante»—(MS) La ciencia hay que divulgarla de un modo correcto pero comprensible. Hay términos científicos que, si no se explican, no se entienden y sí, es más fácil leer una novela que un tratado. Somos la educación que hemos recibido. Cuando yo hice el bachillerato no había separación entre ciencias y letras, era justo antes de ir a la facultad cuando teníamos que decidir una u otra cosa. Creo que ahora se separan demasiado pronto. Quizás los científicos no hayamos sabido divulgar la ciencia y esa es una asignatura pendiente. Yo dedico mucho tiempo a dar conferencias de divulgación, en las que no hablo concretamente de mi trabajo, sino de los avances de la ciencia. A todo el mundo le interesa saber, por ejemplo, qué va a suponer la secuenciación del genoma humano en el tratamiento de enfermedades.—(JMSR) Hay interés por la ciencia. Dirijo una colección de libros científicos (Drakontos, de Crítica) que lleva muchos años y tenemos un público muy fiel. Salvo a los grandes nombres, es muy probable que superemos en tirada a la mayoría de novelistas. Hay un gran número de científicos que cada vez llegan más al público y, a pesar de lo que se diga y de la incultura científica, la gente se da cuenta de que la ciencia tiene mucho que ver con sus vidas.
—¿Qué hace la RAE para acercar la ciencia al gran público?
—(MS) La Academia tiene su comisión de vocabulario científico y técnico. Somos ocho en total y tratamos los temas del lenguaje científico. Es una labor ingente y continuada. Para esta edición del Diccionario hemos revisado multitud de términos de todas las especialidades: los que estaban obsoletos, los mal definidos, y hemos incorporado muchos nuevos…
José Manuel Sánchez Ron: «El lenguaje científico, más que otros, tiene unas dificultades intrínsecas. La riqueza de términos es enorme, no hay actividad más dinámica ni que cree más cosas nuevas, nuevos aparatos que necesitan nombres. ¿Van a perdurar esos nombres?»—(JMSR) Hay que tener en cuenta que existe también la versión online del Diccionario, que se agilizará mucho porque no está claro que vayan a mantenerse los diccionarios en papel. Los diccionarios en línea se actualizan cada seis meses. Pero el lenguaje científico, más que otros, tiene unas dificultades intrínsecas. La riqueza de términos es enorme, no hay actividad más dinámica ni que cree más cosas nuevas, nuevos aparatos que necesitan nombres. ¿Van a perdurar esos nombres? Una de las normas para incluir un nuevo término en el Diccionario es que se haya utilizado durante seis años. Se suele discutir en torno a los anglicismos: muchos tienen una traducción inmediata y fácil, pero si no se establece una tradición de uso en español, están perdidos.—(MS) Tratamos de traducir lo mejor que podemos, pero algunas veces no llegamos. Scanner, big bang, las usa todo el mundo, no hemos llegado a tiempo. Y tampoco podemos tener un Diccionario muy especializado, en él deben estar las voces que utiliza todo el mundo.
—(JMSR) En el Diccionario, desde la versión anterior al menos, hay palabras que aparecen en cursiva si son claramente anglicismos. Y los acrónimos —radar, cuásar, láser, adn…— se han incrustado de tal manera que no hay manera de ignorarlos. La actualización de los diccionarios funciona por aluvión. A modo de anécdota, si buscas linaje humano en la definición en papel del Diccionario encontrarás la siguiente definición: “Todos aquellos descendientes de Adán y Eva”. Afortunadamente, ya no aparecerá más así.
—(MS) Y tenemos el famoso pendrive, que va a ser muy difícil sustituirlo. Lo hemos traducido como lápiz de memoria o memoria usb, pero la gente sigue utilizando pendrive.
—Será difícil evitar esos anglicismos cuando el idioma internacional de la ciencia es el inglés. Las publicaciones en español casi no existen o no tienen apenas relevancia.
—(MS) En efecto, si publicas en español no te lee ningún científico de prestigio.
—(JMSR) Los artículos publicados en inglés sobre medicina, salud o biología suponen más del 80%. En física, el 95%. Es inevitable utilizar el inglés, cosa que favorece que la mayoría de los científicos de primera línea no use el español. No olvidemos que en tiempos de Cajal, muchos grandes científicos aprendían español para poder leerlo. La gran batalla de nuestro idioma ha de estar en la divulgación, en la traducción a un español correcto.
—Los pocos científicos de la Academia están rodeados de literatos y algunos de ellos —pocos— parecen enorgullecerse de pertenecer a una cierta aristocracia de la ignorancia técnica o científica. ¿Cómo es esa convivencia?
—(JMSR) Bueno, aquí hay especialistas en lingüística computacional que saben mucho del mundo informático. Ese fenómeno que mencionas se manifiesta en algunos que siguen escribiendo a mano y se jactan de ello, pero tiene más peso lo que hablábamos antes respecto al “yo soy de letras”. En España ha sido habitual entre la intelectualidad de letras y también en la política. Fuera ha sido otra cosa: Angela Merkel es física; Thatcher era química…
—(MS) Rubalcaba es químico y fue alumno mío… Hace mucha falta que los políticos entiendan la importancia de la ciencia para el desarrollo del país. Lo dicen, pero no lo practican. La situación es crítica y desesperante porque muchos proyectos no consiguen dinero para seguir adelante. Quienes más lo sufren son los jóvenes, científicos muy buenos que se tienen que ir fuera. Pero no irse como nos fuimos nosotros para volver después, sino para siempre.
—(JMSR) Sin ciencia nos convertiremos en un país de servicios o dedicados a algún negocio parecido. España es un país de los más antiguos, con una historia inmensa, y la dignidad que deseamos no existe si no viene de la mano de la ciencia y la tecnología. Pero esa discusión ha desaparecido de la agenda política, ya no se habla de ello, y la secretaría de Estado correspondiente ha pasado al ministerio de Economía.
—(MS) La secretaria de Estado no es ministra, no va al Consejo de Ministros, no puede dar un puñetazo en la mesa para defender a la ciencia.
—(JMSR) Hemos asumido la derrota y no hay peor derrota que la que se acepta.