La tentación teológica
Def. RAE: Biografía: 1. f. Historia de la vida de una persona. 2. f. Narración escrita de la biografía de una persona. 3. f. Género literario al que pertenecen estas narraciones.
Voy a reducir a solo dos tipos el amplio género de la biografía, sirviéndome de un concepto cuantitativo. A saber: la biografía que se propone contar toda la vida de un hombre, es decir: la biografía desmesurada o, en principio, imposible. Y, por otro lado, la biografía que se propone contar la vida de un hombre, que es una totalidad, pero narrándola cualitativamente, es decir: seleccionando desde un ángulo especial. El primer tipo es el tipo de biografía que escribió Sartre en sus célebres tres tomos titulados El idiota de la familia: Gustave Flaubert, desde 1821 a 1857. Del segundo tipo tenemos espléndidas muestras en toda la tradición anglosajona de excelentes biógrafos. Recientemente he leído una larga biografía, que recoge la totalidad biográfica documentada de la vida de Juan Ginés de Sepúlveda: Sepúlveda, cronista del Emperador, de Santiago Muñoz Machado. Esta segunda biografía sería un ejemplo de narración mesurada, rica en detalle, tanto como en la descripción de la circunstancia y vocación del biografiado, pero con una clara voluntad de límites. Veamos por un momento en qué consiste la desmesura sartreana, que es, sin duda, filosóficamente iluminadora, aunque sea, a la vez, destripadora del género literario que conocemos como biografía. En el prólogo de su inacabable y posiblemente fallido libro, nos dice Sartre que el tema es qué podemos saber hoy acerca de un hombre. A esta pregunta sólo se puede responder con el estudio de un caso concreto. Qué sabemos, por ejemplo, de Flaubert. Esta pregunta equivale a totalizar las informaciones que tenemos de él. ¿Es posible llevar a cabo esa totalización? Lo cierto es que la verdad de una persona es, con frecuencia, sumamente plural, y la información de que disponemos muy heterogénea. Si se trata de acumular todos los informes acerca de la vida de un hombre, tendremos muy pronto una doble colección de informaciones: la del tipo: nació en Ruan en 1821 y otra, una frase suya escrita mucho tiempo después en una carta a su amante: “el arte me horroriza”. Lo primero es un hecho comprobable, objetivo y social, lo segundo remite, por su significación, a un sentimiento vivido y para utilizarlo tenemos que saber si Flaubert era sincero o si declaraba cosas así en momentos de mal humor, cosas que se contradicen unas a otras. La mezcla de ambas series de informaciones nos conduce a un tratado del biografiado por capas de significaciones heterogéneas e irreducibles. Sartre mantiene que la irreductibilidad es sólo aparente y que cada información, puesta en su lugar, se convierte en parte de un todo que incesantemente se constituye y revela su homogeneidad profunda con todas las demás informaciones.¿No tiene este proyecto sartreano un punto teológico? Está claro que sí. Se trata, tanto por su extensión física como por su intención hermenéutica, de una gigantomaquia: ese conocimiento totalizador que integrara, en una homogeneidad inteligible, la totalidad de oscuridades e integridades de un hombre completo sería la visión de un Dios si existiera un Dios. Y, de hecho, esta tentación teológica omnicomprensiva preside toda esta biografía sartreana. Es pertinente citar aquí un texto de la correspondencia del propio Flaubert: “El artista, a mi modo de ver, es una monstruosidad, algo fuera de la naturaleza”. Lo cual, añade Sartre, resume bien este grito de orgullo: “Nosotros, los artistas, somos los aristócratas de Dios”.