La forja de la personalidad
Noticias felices en aviones de papel
Juan Marsé
Lumen
96 páginas | 22, 90 euros
Comencé la lectura de Noticias felices en aviones de papel con cierta desgana, un tanto por la obligación profesional de quien sigue lo más alerta posible la actualidad literaria y no puede descuidar la trayectoria de uno de los más notables narradores de nuestra posguerra. Con desgana y algún temor, pues la anterior novela de Juan Marsé, Caligrafía de los sueños, me entusiasmó poco. Me pareció una nueva y cansina visita a algo ya conocido y bastante contado, repetición del mundo imaginario que el autor había creado tras sus primeras novelas sociales de crítica antiburguesa, el orbe de poderosa personalidad que arranca de Si te dicen que caí en 1973 y cierra Rabos de lagartija justo al comenzar la presente centuria. También permanecen huellas evidentes de ese cuarto de siglo de plenitud del escritor catalán en Noticias felices…: personajes un algo arquetípicos, relación del presente con el pasado o una atmósfera nimbada de misterio. Sin embargo, trae una novedad anecdótica y una feliz imaginación que devuelven al narrador original que ha sido con frecuencia.
Para tratarse de una novela corta que no llega al centenar de páginas, Noticias felices… contiene bastante materia anecdótica y fuerte carga argumental. Es más, Marsé cuenta tres historias distintas, eso sí, bien hilvanadas en una compacta madeja. De una parte tenemos a un adolescente, Bruno, solitario, sin amigos, de “timidez estratégica”, humilde empleado y atento a ganarse unas monedas supernumerarias. De otra, a los padres del chico, Ruth y Amador, hippies ibicencos en los años 70, treintañeros en el presente del relato y separados hace un lustro. A ellos se añade una vecina de la casa donde viven Ruth y Bruno, la anciana y extraña señora Pauli, polaca superviviente del nazismo que lanza por el balcón alimentos y aviones de papel hechos con hojas de periódico en las que subraya noticias felices.
Esta nómina de personajes, más dos niños chatarreros representantes bastante barojianos de la cara más mísera del mundo, ofrecen una densa geografía espiritual. Amador es un caradura, un fantoche, un peligroso encantador de serpientes; el peculiar falso héroe acuñado en el taller de Marsé y que tanto dolor ha sembrado ya en otras novelas suyas. Al patético y ridículo marido se contrapone Ruth, la mujer frágil, trabajadora, sumisa y constituida por una amalgama de lucidez, inseguridad y compasión. La señora Pauli, cuya locura nada grotesca induce ternura y solidaridad, encarna la vivencia enajenante de un pasado atroz.
En este paisaje espiritual de seres desvalidos, menesterosos en lo material y en lo moral, se ejercita la condición de observador de la comedia humana que es Bruno, que tendrá que tomar buena nota para adoptar las oportunas decisiones. ¿Qué hará frente al fantasmón de su padre?¿Cuánto debe respetar la propensión a la piedad de la madre? ¿Cómo no aprovechar la demencia de la vecina? ¿Por qué no timar a los dos niños del lumpen? Marsé muestra al chico aprisionado en el círculo deprimente que le ha de servir para ejercitar el duro aprendizaje del futuro. Noticias felices… es una novela iniciática, un relato de maduración que recrea, con equilibradas dosis de distanciamiento y emoción, sin el menor rastro de didactismo ni moralización, la aventura de cómo se forja la personalidad en una edad determinante, la adolescencia. Unos dibujos algo blandos, aunque inspirados y sugerentes, de la ilustradora María Hergueta condicionan la lectura de este bodegón hiperrealista.