Sed de violencia: una tragicomedia
Sacrificio
Román Piña
Salto de Página
128 páginas | 12, 90 euros
Román Piña es profesor de lenguas clásicas. Compagina esta profesión con múltiple activismo cultural: responsable de la revista literaria La bolsa de pipas y director de la editorial Sloper, además de columnista en la prensa. También escribe ensayo y hace poco ha publicado La mala puta, donde él y Miguel Dalmau recrean la degradada situación de las letras españolas actuales en un inmisericorde fresco. En fin, como narrador practica un humorismo jardieliano, irreverente, paródico y con lúcidas cargas de profundidad entre la crítica y el pesimismo. Recuerdo, y cito a veces, como muestra insuperable de rechifla literaria el pasaje “Salvar al soldado Aquiles” de la novela Stradivarius Rex en el que pone en solfa el subgénero histórico de moda.
No daría esta mínima noticia sobre el entusiasta escritor mallorquín si no fuera aconsejable para entender Sacrificio. Todos los datos señalados participan en la ideación anecdótica y formal de esta breve e intensa ficción. Un personaje es profesor y editor, otro se llama Horacio y una chica Ifigenia, frecuentes momentos se refieren a la literatura, el mundo editorial o la prensa, y el humor es uno de sus registros. Con la base de vivencias y querencias personales, Piña arma un ágil mecanismo narrativo compuesto por una variada materia cultural, notaciones costumbristas críticas y un duro daguerrotipo de la condición humana que comienza como una comedia ligera de género criminal, aumenta su densidad según avanza la historia y desemboca en agria tragicomedia.
Pablo Noguera, experiodista y ahora investigador privado, asume el encargo de encontrar al desaparecido Horacio Topp, un deforme que se ha hecho famoso como incongruente propagandista de la autoayuda y la felicidad. Un antiguo amigo de Noguera, el editor Raúl Palmer, se convierte en elemento imprescindible de la investigación. Al final, tras sorpresas de gran calibre, se esclarece la enrevesada trama.
Esta clásica estructura incluye una parte media que contiene el relato presuntamente autobiográfico titulado “Topp” y firmado con el pseudónimo Luciano de Samosata que cuenta las horribles peripecias del homónimo personaje durante su secuestro.
En el conjunto de su recorrido Sacrificio muestra dos asuntos principales. En uno de ellos pone en el punto de mira las pésimas prácticas de la actividad editorial. Cuenta la claudicación de un editor idealista que aspira a inundar los grandes almacenes con autores clásicos y termina vendiendo su alma al diablo para conseguir el éxito comercial. Esta inmolación de todo, de la calidad y de la ética, en el altar del negocio contiene una denuncia implacable, apuntalada con detalles veristas, de la deriva de la industria cultural hacia la pura especulación financiera. El otro asunto se refiere al gusto por la violencia y se engarza con el anterior por medio de “Topp”, prototipo de deleznable literatura de consumo promovida por un editor desaprensivo en busca de un pelotazo.
La novela interpolada (por cierto, el humorista Piña demuestra su capacidad para hacer un relato tremendista y brutal) es un modelo de literatura “gore” llena de vísceras, mutilaciones y sadismo. El éxito de un best-seller escatológico sirve de base para plantear una inquietante tesis: los humanos padecemos fascinación por la maldad y existe ansia colectiva por recrearse en el mal.
Quién sabe en qué medida somos así, pero, en cualquier caso, Román Piña cuenta una espantosa historia que produce desasosiego. Le deja a uno muy mal cuerpo.