Una íntima alianza
Sus ojos en mí
Fernando Delgado
Premio Azorín de Novela 2015
Planeta
304 páginas | 20,50 euros
La ajetreada y fascinante vida de Teresa de Jesús, ahora conmemorada, ha sido objeto de no pocas aproximaciones ensayísticas o narrativas y es bien conocida, en primer lugar, gracias a sus propias obras autobiográficas —incluidos el epistolario y las cuentas de conciencia, dirigidas a sus confesores— que marcaron un hito en la evolución del género y no sólo en la literatura castellana, famosamente refractaria, en los siglos siguientes, a los registros confesionales. Centrada en la estrecha relación que unió a la monja con el fraile carmelita Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, la nueva novela de Fernando Delgado no pretende contar de nuevo esa vida, sino profundizar en un vínculo que fue fundamental para ambos y significó para Teresa, que doblaba la edad de su valedor y protegido, lo más parecido al amor humano —inseparable del divino, pero no exento de atracción física, como explica ella misma— que conoció nunca.
“Y fue para mi desgracia —escribe Gracián, de donde el título de la novela— que en Beas de Segura y en día de primavera pusiera en mí sus ojos”, refiriéndose a un primer encuentro que marcaría el inicio de una íntima alianza y los llevaría a pasar “tantas horas juntos, tantas horas viviendo las ausencias, más gozosa su compañía cada vez y la vida más plena”. Seductor, inteligente, bendecido por múltiples talentos, el apuesto Gracián luchó y penó junto a Teresa por la reforma del Carmelo, que los enfrentaba a enemigos poderosos y conllevó para los dos, tan audaces como obstinados, incontables reveses y padecimientos. La cruenta batalla entre los calzados y los descalzos, caracterizada por avances y retrocesos efímeros, sujetos a las decisiones cambiantes de las autoridades temporales o eclesiásticas, aporta el contexto en el que se desenvuelve la amistad —más que una mera amistad— entre la brava autora de Las moradas y fray Jerónimo, en ocasiones abrumado por el entusiasmo de Teresa —o por las represalias derivadas de esa cercanía— pero a la vez seducido y orgulloso de su confianza.
Rebosante de acción, como lo estuvo la vida de la fundadora, el relato de los años que cimentaron la leyenda de la futura santa —elevada a los altares después de que ella y los suyos sufrieran procesos, calumnias y maledicencias, con la sombra de la Inquisición siempre acechante— es referido, mucho tiempo después de los hechos, por boca de varios narradores y un invitado especial, el diablillo de la imaginación que es, como sabemos, la loca de la casa. Al margen de la historia principal, otro plano nos transporta a la segunda mitad del siglo XX, en el que tres personajes —dos frailes, Casto y Humberto, unidos por una complicidad creciente a lo largo de la búsqueda, y el tío historiador del primero, Ronald, erudito en la materia— repasan los distintos episodios hasta la muerte de Teresa. Relatadas en el manuscrito de un misterioso jesuita, Barmant, las aventuras o desventuras posteriores de Gracián, cautivo de los turcos y reconvertido en soldado “a las puertas de Bruselas”, cierran una novela que contiene varias novelas y de alguna manera, en varios tramos, se escribe a la vez que se nos cuenta.
Galardonada con el Premio Azorín, Sus ojos en mí es una novela histórica, pero no de género, por la originalidad de su estructura, por la forma dialogada en que se recrea el fresco de época, por la atención prestada a los caracteres —peripecias y adentros, como decía Teresa, conviven en una narración que rehúye la superficie— o por el modo en que se relacionan los dos planos referidos, que lleva al lector, independientemente del trasfondo biográfico, a uno de los temas recurrentes en la obra de Delgado, la variedad de los amores no convencionales y lo que estos implican de desafío.