Insólita novela moral
La vida equivocada
Luisgé Martín
Anagrama
288 páginas | 18, 90 euros
El arranque que le imanta a uno al texto en algunas novelas suele deberse al anuncio de una peripecia apasionante. Ese mismo efecto produce el inicio de La vida equivocada, solo que por una razón muy distinta, no porque prometa un argumento colmado de vicisitudes externas (las cuales, por cierto, también abundan) sino por la rotundidad de un conflicto moral que augura un descenso al fondo de almas muy enfermas. Con semejante densa problemática psicológica abre Luisgé Martín su novela. Reproduce la impactante carta de un joven torturado y resentido, Max, en la que reprocha a su madre que le diera vida. Como ningún trauma ni dolor son comparables al sufrimiento de estar vivo y saber que se ha de morir, Max desearía no haber nacido. Este alegato radicalmente existencialista, eco del sartreano ser para la nada hoy tan lejos de la moda como imperante hace medio siglo, trenza la aguda conflictividad mental del libro, característica, por otra parte, del autor.
La madre queda en un discreto segundo plano y son Max y el padre, Elías, que no deseó la gestación, quienes monopolizan la novela. Se trata de dos personalidades bien distintas aunque comparten una tiránica marca genética que les lleva a ansiar el imposible. Ya puede suponerse que tal quimera resulta inalcanzable porque la literatura prefiere la derrota y la novela da sobrado testimonio de la deriva desastrosa de ambos personajes, que en el caso de Max aboca en una muerte por sida en la más absoluta soledad.
Ambas historias, que bien podrían haber dado sendos relatos independientes, se acoplan gracias a los papeles secretos de Elías que Max descubre e inspecciona. A la vez, y mediante el recurso de la autoficción que ya empieza a resultar cansino en nuestra narrativa penúltima, el propio Luisgé Martín, amigo de Max, cual albacea del muchacho, con quien tuvo una efímera pasión amorosa, reconstruye las dos historias y sirve de hilo conductor tanto de la peripecia como de las reflexiones a que da pie la anécdota. Esto último es la esencia de La vida equivocada, una novela meditativa de corte moral insólita en nuestros días por lo explícito del propósito.
Luisgé Martín, fiel al núcleo duro de su escritura narrativa, lleva a cabo una descripción minuciosa y sin concesiones de las turbias sentinas del alma: pasiones diversas, la identidad, la pulsión erótica, la muerte, el triunfo, el fracaso, el deseo, con una minutísima concentración intimista que se complementa con un testimonio crítico contemporáneo. De ello sale el sostén moral del libro, que nada tiene que ver con una intención moralizante. El autor pone bajo su lupa las conductas humanas y las examina desde una perspectiva cerradamente materialista, sin que quepa en ellas explicación espiritual alguna. La existencia es producto por entero de un mero componente bioquímico. La violencia limítrofe con el tremendismo de los sucesos referidos añade un plus de desolación a una descarnada gesta del fracaso. Y los hechos se apostillan de continuo con intervenciones ensayísticas del autor.
Este repertorio de elementos produce una literatura áspera. Quizás al propio Luisgé Martín le atemoriza un poco su exigencia y por ello monta una trama de excesivo rebuscamiento anecdótico, un punto inverosímil, que se despliega por el territorio de los negocios sucios y las conspiraciones político-económicas planetarias. Tal concesión empaña el resultado global de este libro de extraordinaria dureza y tan logrado en otra vertiente, la de soldar el interés novelesco y la densidad especulativa.