Suspense a toda costa
La última salida
Federico Axat
Destino
554 páginas | 19,50 euros
La cuarta novela de Federico Axat (un ingeniero civil tentado por la literatura nacido en Buenos Aires en 1975) supera las 500 páginas pero podría tener otras 200 ó 400 más. Axat ha acabado La última salida en la página 542 por imperativo categórico, por acuerdo con sus editores o por temor a presentar al lector un libro excesivamente voluminoso pero no porque el argumento estuviera cerrado o porque el engranaje que emplea para mantener el suspense a toda costa se hubiera desgastado. Qué va. Axat podría haber continuado sin problemas agregando nuevos giros al laberíntico argumento, sembrando nuevas trampas para despistar al lector, recurriendo a falsas pistas, mezclando sueños, verdades a medias o haciendo aparecer a personajes desconocidos para cuadrar los enigmas abiertos. Axat, formado como escritor en talleres literarios, se propuso escribir una novela de suspense, es decir, un relato no conclusivo y que mantuviera al lector atrapado. Para lograr ese objetivo empleó un punto de vista narrativo en tercera persona no sólo omnímodo sino absolutista. Hace y deshace la trama a placer, quita o saca personajes a su antojo e incluso oculta datos con tal de sostener un enredo infinito y mantener atado al lector durante mucho tiempo.
La musculatura de La última salida es argumental. Todo movimiento está al servicio de la intriga y la incertidumbre. La coherencia temporal, la psicología de los personajes o las invenciones oníricas existen o son eliminadas en la medida en que contribuyen a ampliar el laberinto de su historia. No hay otra ambición que la de continuar adelante, mantener el pulso. En una reciente entrevista el propio Axat nos ha explicado cómo ha escrito su novela: “Nunca conozco demasiado de la historia; no planifico a largo plazo salvo algunos hilos muy sutiles que me sirven de guía. Creo que de esa forma la historia gana frescura y pierde previsibilidad. La contracara de esta forma de escribir es que debo reescribir mucho”. Axat, pues, improvisa giros, inventa caracoleos argumentales sobre la marcha y luego los hilvana para conferirles una cierta coherencia. Y según parece tiene muchos seguidores. Los derechos de La última salida han sido adquiridos por 23 editoriales de todo el mundo y se prepara una versión cinematográfica.
Pero ¿cuál es su argumento, cuál es la trama que la hace tan irresistible? Esa es otra de las peculiaridades del libro: es imposible resumir su materia sin incurrir en graves e irresponsables omisiones. Incluso la síntesis de la contraportada, esa que debe convencer al lector para comprar el libro, solo es capaz de condensar las primeras páginas: “Ted McKay está a punto de pegarse un tiro en la sien cuando el timbre de su casa empezó a sonar con insistentecia”. Ted baja entonces el arma y decide aplazar su muerte porque “no podía apretar el gatillo con alguien afuera”. Todo lo que viene después es imposible de compendiar no sólo por su extensión sino por su inextricable complejidad.
En 1929 una serie de escritores británicos practicantes de la llamada “novela enigma”, entre ellos Chesterton, Dorothy L. Sayers, Agatha Christie o Julian Symons, fundaron el Detection Club para garantizar el “juego limpio” ante los lectores. Fijaron 20 reglas que no podían romper. Una de ellas prescribía: “Las circunstancias improbables o inusuales, los supercriminales, los venenos desconocidos, las entradas o pasadizos secretos, las coincidencias y las casualidades afortunadas no deben ser usadas en la novela policial clásica”.
Salvo que lo exija el guión, es decir, el suspense.