La corrupción y los héroes inesperados
Cinco esquinas
Mario Vargas Llosa
Alfaguara
320 páginas | 20,90 euros
Una de las cosas que más me gusta de Mario Vargas Llosa es que es un intelectual que te invita a disentir de él. Un escritor que ignora la pereza: siempre está en el camino de la curiosidad. Es un maestro indudable de la narrativa, incluso en sus libros menores: su literatura siempre está hilvanada con brillantez y sorpresa. Su última novela me ha hecho pensar mucho en el último Torrente Ballester: el de La novela de Pepe Ansúrez o de La muerte del decano, que son como excursiones al puro juego literario de un maestro que se divierte. Con Cinco esquinas sucede algo semejante: es una novela engarzada a una producción fantástica —La casa verde, Conversación en la Catedral, instantes de La ciudad y los perros y, sobre todo, La fiesta del Chivo— y a la vez tiende hilos más o menos sutiles con otros libros, licenciosos y pícaros, como Elogio de la madrastra o Los cuadernos de don Rigoberto.
Cinco esquinas contiene los elementos esenciales de la narrativa de Vargas Llosa: la violencia, la arrogancia del poder, el sensacionalismo de cierta prensa, la frivolidad que se endiosa en mitad de la crisis, un país en estado de descomposición (en este caso el Perú de Fujimori) y esos personajes, entre marginales o subterráneos, que resumen la parte menos radiante de la historia, aunque cuando se observan de cerca, con lupa, tienen una dignidad indiscutible, como si fueran criaturas de John Ford. Cinco esquinas es una narración galante y afrancesada que se convierte en un thriller y en una novela política, en un relato de periodistas y de presiones, vitalista, rica en anécdotas, lasciva y juguetona, en la que pone el dedo en las paradojas de la existencia.