Lola, sin flores ni luces
Lola Flores: Cultura popular, memoria sentimental e historia del espectáculo
Alberto Romero Ferrer
Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2016
Fundación José Manuel Lara
371 páginas | 21,90 euros
A los estudiosos e investigadores españoles no les ha sido fácil adentrarse en las manifestaciones de la cultura popular. Existen incomprensiones y prejuicios que se arrastran desde la última mitad del siglo XVIII. Una época en que políticos y literatos ilustrados —animados por un afán reformista— mostraron una clara animadversión hacia los ambientes castizos en los que cobraba vida una llamativa cultura propia. Surgió entonces una sorprendente confabulación entre el estamento plebeyo y los sectores aristocráticos aplebeyados alrededor de espectáculos como el flamenco, los toros, y la no menos atronadora audiencia conseguida en los teatros por sainetes y tonadillas. La vitalidad de este fenómeno, tan peculiar de España, provocó que nombres tan representativos de la otra cultura, la moderna y europeizante, como Cadalso, Jovellanos e Iriarte, entre otros, emprendieran enérgicas campañas, tanto en sus obras como desde el poder político, contra lo que consideraban actividades públicas nocivas para el país.
A pesar de los intentos de censura y postergación, aquella cultura popular cobró aliento y logró difundirse. La acogida que la parte más tradicional de la nobleza prestó a estos espectáculos castizos, fraguó en un amplio acontecimiento social, el majismo, que, con sus lógicas adaptaciones, ha perdurado casi hasta el siglo XX. Pero también se mantuvo, no menos combativa, la actitud crítica y displicente impuesta inicialmente por los ilustrados, y heredada luego por los regeneracionistas, cuyas secuelas permanecieron todavía en pleno siglo XX. El recelo de los representantes de la alta cultura ha hecho que durante mucho tiempo solo se hayan acercado a estos mundos, con ánimo investigador, aficionados y partidarios, inclinados sobre todo a la hagiografía, la descripción pintoresca o la recopilación erudita.
Con todo, por si fueran ya pocas las suspicacias contra flamencos, tonadillas, cafés cantantes, torerías y señoritos, vino a superponerse la losa del franquismo. Este tuvo que agenciarse un sustento cultural en el que apoyarse en el desierto reinante en el país, tras la guerra civil. El variopinto ambiente de los espectáculos castizos se prestaba a ello: daba diversión a unos y un medio para sobrevivir a otros. Pero como sistema totalitario, el franquismo lo impregnó todo. Nada público escapaba a su control ideológico y policial. Lo que sobrevivió tuvo que sacrificar lo propio, dejarse contaminar y adaptarse al decálogo de la dictadura. Se hizo aún más difícil investigar, escribir con exigencia ética, valorar cualquier manifestación relacionada con esa cosa heterogénea denominada el flamenquismo.
Pero había que romper ese maleficio. No se podía abandonar, en el olvido, toda una serie de expresiones artísticas de la vida popular solo porque habían surgido en tiempos tan acaparadores y tenebrosos. Y a este reto ha respondido el reciente libro del profesor de la Universidad de Cádiz, Alberto Romero Ferrer. Él, que había recuperado en sus muchas investigaciones anteriores, la cultura popular dieciochesca, se ha sentido dueño del mejor aparato interpretativo para adentrarse en empresa tan arriesgada como necesaria. Y, con probado instrumental, ilumina, pues, con otro tipo de focos, una figura tan controvertida como Lola Flores, indagando en el significado de su proyección artística, sin que el franquismo sea el omnipresente intermediario. Se restablece así, el diálogo que este último había roto con la cultura popular de los años de la República. Este es uno de los mayores logros de Romero Ferrer, conseguido gracias a su insaciable y atinada capacidad en la búsqueda del dato significativo. Sin olvidarse, por descontado, de reconstruir el retrato de aquella mujer fuerte y brava que se lanzó a vivir de forma arrebatada: la única que permitía sobrevivir a una flamenca y artista, de orígenes tan humildes, en aquella oscura época.