La locura justiciera
Don Quijote de Manhattan (Testamento yankee)
Marina Perezagua
Los libros del lince
312 páginas | 19 euros
No hay caballeros en Manhattan. Los gentlemen del dinero viajan en últimos modelos de la velocidad y el confort o en el asiento de atrás desde el que ignoran a un chófer que no es su ángel custodio. Tampoco los brokers son hidalgos de triste figura ni la sombra redonda junto a la que los primeros caminan. Ninguno de estos perfiles tendrá en vida ni en bolsa la humanidad, el surrealismo y el ingenio de aquellos dos flâneurs del Siglo de Oro inmortalizados por Cervantes. Un pedigrí, el de don Quijote y Sancho, que nunca deja de atraer interpretaciones rigurosas, relecturas y juegos narrativos. Francisco Rico, Andrés Trapiello, Juan Francisco Ferré, entre otros, han traducido, recreado y parodiado la gramática de su lenguaje y las posibilidades de su ficción. Igual que ahora Marina Perezagua da una delirante vuelta de tuerca a la imperiosa necesidad quijotesca de combatir injusticias entre la parodia galáctica, la Biblia a modo de novela de caballerías y Manhattan como la ínsula ideal en la que enderezar entuertos de actualidad.
Como si de un divertido regalo de Reyes de 2016 se tratase, Don Quijote y Sancho aparecen amnésicos y desraizados, con resaca de sabor a tocino fresco y cicatrices de derrotas, en pleno centro de una isla en la que los molinos son rascacielos. En su desconcierto tropiezan con un tenderete de libros bajo el cartel de Jesus loves you donde una mujer le regalará al hidalgo un ejemplar de la Biblia. Igual de ensimismado que cuando tuvo en sus manos el Amadís de Gaula, el caballero de la Mancha devora la lectura del volumen que despierta su conciencia de socorrer a los menesterosos. Con ese propósito la pareja cervantina recorrerá las calles de Nueva York desde el barrio de Queens a las Torres Gemelas, emulando el itinerario sagrado desde el Génesis hasta el Apocalipsis, vestidos como el dorado C-3PO y el ewok de La guerra de las galaxias, y protagonizando todo tipo de peripecias: un choque con la policía que apalea a don Quijote, y su estancia en la cárcel con un chico acusado de robo; el delirio de una inundación que convierte la Quinta Avenida en un río de libros a la deriva; el encuentro con unas manifestantes desnudas que apelan al espíritu de ambos en defensa de las ballenas y de que el mar deje de ser un vertedero; el hallazgo del Diccionario de la Real Academia con el que Sancho nombra a su amo Don Quijote de Manhattan. Historias de sus avatares enhebradas, lo mismo que en su original, con pequeños relatos que enriquecen la trama de situaciones cómicas bajo las que se esconden vivencias morales y críticas a la sociedad del presente. Son los que aluden al funambulista que cruzó las Torres Gemelas, a la lección de astronomía y a la evolución humana representada por los 13.999.950.000 años que se necesitaron para desarrollar la lengua y la nariz humanas que favorecen el gusto y el olfato.
Después de la dura y abisal novela Yoro, que la convirtió en una de las escritoras del pasado año, Marina Perezagua ha saltado con soltura a una aventura humorística, con guiños de pesadillas dalinianas y de Buster Keaton, en la que además del tono paródico sobresale el juego de espejos entre los capítulos del original y los de su relectura; y especialmente el excelente trabajo metaliterario de apropiación del lenguaje cervantino y su diálogo con lo contemporáneo (el racismo, el cibersexo, el culto a las armas, el derroche y las empresas de comida basura), siguiendo esa línea artística de tomar al padre para actualizarlo como hicieron en pintura Picasso con Velázquez y Richard Prince con Las señoritas de Avignon. Apuesta lúdica que también acaba de hacer en teatro Ernesto Caballero con parte de la obra cervantina.
Don Quijote de Manhattan caricaturiza el sueño americano desde la tradición de nuestro emblemático rey de los clásicos, insiste en su espíritu sobre la conveniencia de arreglar el mundo como sueño y deja patente que como dice Don Quijote la imaginación es el útero de todo cuando nos rodea.