La sabiduría del buen pescador
Musa Décima
José María Merino
Alfaguara
416 páginas | 18,90 euros
Nos vamos al siglo XVI (escenario dominado por la visión masculina) sin movernos del siglo XXI. ¿Cómo es posible? Por la vía femenina con transbordo en la rebeldía y el coraje. Dos mujeres en tránsito. Pasado: Oliva Sabuco, una joven humanista que firmó la autoría del sorprendente y revolucionario tratado Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, que defendía entre otras audacias la relación entre cuerpo y mente, y a la que Lope de Vega llamaba Musa Décima. Cayó en el olvido cuando, ya en el siglo XX, se encontró el testamento de su padre, que afirmaba ser el autor, no su hija. Presente: Berta, una profesora que siente una curiosidad comprensible por Oliva mientras lidia con sus irreparables problemas de salud. Punto de partida: resolver ese misterio. Estaciones: investigar aquella época contradictoria de luces y sombras, indagar en los vericuetos de las relaciones humanas en la actualidad. Punto de llegada: que esa mezcla funcione sin que las costuras se resientan. Que ambas partes respiren acompasadas y sin fracturas.
José María Merino, a estas alturas de la trama, no está por la labor de escribir, sin más, una novela histórica con envoltorio moderno. Que lo hagan otros. La experiencia y la sabiduría, acompañadas de una contagiosa pasión lúcida y lúdica por narrar sin corsés, le lleva en su última novela a incluir brotes fantásticos y aventureros e ilustraciones que enriquecen el texto cuando el hijo de Berta (Rai, un parado más que quería ser dibujante) entra en escena y vuelca su afición por los comics. Pero aún hay más: el personaje de Marina, pareja de Rai y novelista que, tras triunfar con su primera obra, conoce las hieles del fracaso con la segunda. Y si Berta encuentra en Oliva una confidente y un estímulo, Marina vive algo parecido con Berta, pero, en este caso, con pretensiones lamentables. El triángulo perfecto para una novela geométricamente perfecta.
El resultado parece anunciar el inicio de una nueva etapa en la obra de Merino de rejuvenecimiento combativo que le permite conciliar las circunstancias del Siglo de Oro (tan creativo, tan oscuro) con el día a día actual donde la crisis, el futuro maltrecho y las relaciones endebles marcan el paso. La variante metaliteraria no busca en este caso el aislamiento intelectual sino la expansión narrativa a terrenos donde aún queda mucho por explorar. La equivalencia está clara: una mujer en un tiempo de atrasos y censuras, dominado por los hombres en todos los sentidos, tiene en el futuro una cómplice que, a su manera, también se enfrenta a la hostilidad y/o incomprensión de quienes la rodean, incluso de quienes la quieren (ay, la familia). Almas atrapadas en un bucle temporal donde no les queda más camino que resistir y luchar aunque sepan (o intuyan) el resultado de la batalla. Ambas tienen una aliada siempre leal: la imaginación. Y a ellas se les une con un entusiasmo contagioso José María Merino dejando que la ficción fluya en maridaje perfecto (o imperfecto, qué más da si emociona y revuelve el pensamiento) con lo que creemos que es verdad. Por el camino, vías abiertas que dejan al lector con ganas de más recorrido: el ácido corrosivo de la deslealtad en las relaciones humanas, la fantasía como refugio que nos libera, el coraje de hacer lo que deseas aunque no lo necesites, la importancia de cambiar de rumbo cuando la ocasión lo exija… Novela que enseña sus propias entrañas (el proceso de creación compartido, a la vista, sin tabiques para alejar al lector) y reflexiona sobre la trastienda literaria, Musa Décima está en sus resultados a la altura de sus ambiciosas pretensiones. Parémonos en una frase sin aparente trascendencia pero que viene al pelo a uno de los personajes: “Un pez ya pescado que vuelve a ser pescado…”. Qué buen pescador es Merino.