Memoria de María Teresa León
La biografía de José Luis Ferris recupera la figura de una de las grandes mujeres de la Generación del 27
El Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías, que conceden la Fundación Cajasol y la Fundación Lara, ha premiado la obra Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León (1903-1988), donde José Luis Ferris traza la apasionada semblanza de una autora que, pese a haberse definido a sí misma como “la cola del cometa”, no puede ser reducida a un papel secundario. Tanto su trayectoria como sus libros hablan de una mujer que luchó por la libertad en todos los órdenes y cuya fascinante peripecia, asumida como parte de la epopeya colectiva de su generación, refleja una aventura íntima, social, política, moral y literaria que exige ser rescatada del olvido.La figura de María Teresa León, señala el biógrafo, “no ocupa el lugar que merece en la historia cultural de este país”, de ahí que se haya propuesto restituirlo: “Planteo una puesta al día del personaje y su contexto sirviéndome de los testimonios, estudios, libros y artículos que se han acercado a la autora, pero también he tratado de hallar datos precisos en hemerotecas y archivos, sobre sus años de infancia y juventud en España o su largo exilio en América o en Italia. Encontramos confesiones, cartas inéditas hasta hace poco, textos perdidos y episodios que, sumados y recogidos en un volumen, resultan reveladores para conocer con más profundidad lo que pasó en la vida y en el pensamiento de una mujer que nació para escribir, recordar y contar”.
La presencia de Rafael Alberti condicionó su itinerario. Ella conocía su capacidad creativa, “pero se vio obligada a tomar las riendas en un momento dado, sobre todo a partir del exilio y del nacimiento de su hija Aitana, de todas las tareas asumibles e inasumibles, incluyendo la promoción literaria del marido en detrimento de su proyección propia. Asumió ese papel por amor a Alberti y por amor a su familia, aunque tuviera momentos íntimos de melancolía y se sintiera postergada”.
Ferris destaca de la obra de María Teresa León “su lenguaje cálido, preciso e intenso, su prosa, su capacidad de evocación y también el lirismo, el componente poético que se filtra en su discurso”. Además, está el valor testimonial, el significado de una experiencia personal que adquiere resonancias colectivas: “No hay que olvidar que en la obra de María Teresa León lo autobiográfico es una nota dominante que lo impregna y lo contagia todo, desde las colecciones de cuentos a sus novelas, obras dramáticas, biografías, ensayos, guiones cinematográficos y radiofónicos, relatos breves o artículos publicados en prensa y en revistas españolas y americanas”.
Encontramos en sus libros la huella de un proceso histórico —especialmente la Guerra Civil y el exilio— que, al ser escrito, verbalizado, se transforma en acto ético. “Desde mis primeras lecturas de la obra de María Teresa León tuve la sensación de que las historias que contaba, con todos los matices personales que se quiera, eran una historia común; su voz sonaba a la voz de un tiempo, a la garganta viva de todas las mujeres, de todos los desterrados, de todos los seres maltratados y heridos por la vida”.
El biógrafo también resalta los obstáculos derivados de su condición femenina: “Ocupar un espacio en la vida pública, en lugares de relevancia social, cultural o política era difícil y en muchos casos imposible para ellas. El desprecio, ya fuera declarado o sutil, se extendía a los compañeros de viaje de esas mujeres que escribían, pintaban, pensaban o hacían política”. En el ámbito cotidiano, María Teresa León, como otras esposas de artistas y escritores de la época, tuvo que compaginar la creación literaria y el compromiso político con la maternidad y la administración familiar. “Si a ello unimos una experiencia tan corrosiva e implacable como el exilio, el resultado es una autora sepultada aún más por el olvido, un olvido inmerecido y mezquino”.
Howard Carter en España
Myriam Seco Álvarez y Javier Martínez Babón reconstruyen las dos estancias del descubridor de la tumba de Tutankhamón en el Madrid de los años veinte
Galardonado con el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos, que conceden la Fundación Cajasol y la Fundación Lara, Tutankhamón en España. Howard Carter, el duque de Alba y las conferencias de Madrid toma como referencia las dos visitas del arqueólogo británico a la ciudad, en 1924 y 1928, para explicar sus avances en el estudio de la tumba y el ajuar funerario del faraón. Organizadas por el Comité Hispano-Inglés, que presidía el duque de Alba, y la Residencia de Estudiantes, las convocatorias tuvieron gran éxito y una extraordinaria repercusión en la prensa. Los autores ofrecen datos históricos sobre Tutankhamón, una semblanza de Carter e información sobre las fases del descubrimiento, el mito de las maldiciones egipcias o el contenido y la recepción de las conferencias, transcritas en el epílogo y precedidas de materiales inéditos.—¿Cómo surgió la idea de escribir un libro sobre este episodio medio olvidado?
—Todo empezó a partir de unas palabras pronunciadas por la duquesa de Alba cuando conoció a Zahi Hawass en la Academia de Bellas Artes de Sevilla. Doña Cayetana le contó al egiptólogo que, siendo una niña, había viajado a Egipto con su padre, amigo de Howard Carter. Como testigos de aquel encuentro, comenzamos a investigar y el actual embajador de España en Egipto, Arturo Avello Díez del Corral, nos puso en contacto con el duque de Alba, que nos ha permitido acceder al archivo del palacio de Liria. Allí, entre sus múltiples tesoros, se encuentran algunas cartas que se escribieron el duque y el arqueólogo, junto a otros documentos relacionados con las dos visitas de Carter a Madrid.
—¿Qué nos puede llamar más la atención de la historia?
—Esos documentos testimonian la gran amistad entre ambas personalidades. Al margen de los aspectos relacionados con la arqueología, las cartas transmiten el respeto, la admiración y el aprecio que hubo entre ellos. También es interesante observar cómo las conferencias de Madrid permitieron al público español conocer de primera mano las investigaciones que en aquellos tiempos se llevaban a cabo en la tumba de Tutankhamón.
—Las visitas de Howard Carter a España, ¿qué interés tuvieron para el Madrid de la época?
—Un interés máximo, según recogen los periódicos. Incluso el rey Alfonso XIII quiso conocer personalmente al arqueólogo. La afluencia de público a las conferencias fue masiva. Además, el descubridor de la tumba de Tutankhamón tuvo la gentileza de ceder sus materiales visuales, los cuales recorrieron buena parte de la geografía española, según muestra la lista de instituciones, asociaciones, entidades y personas privadas que los solicitaron. Gracias a la mencionada amistad, España pudo acceder a una información puntera en el ámbito de la egiptología. ¡Lástima que no hubiera continuidad!
—¿Qué destacarían de la personalidad de Carter? ¿Qué impresión se llevó de España?
—Tenacidad y perseverancia. Si no hubiera sido por su tesón cuando lord Carnarvon ya se había desanimado, probablemente no hubiera encontrado la tumba. Carter era muy aficionado al dibujo y a la pintura, y en palabras suyas, quedó gratamente impresionado con su visita al Museo del Prado y disfrutó del patrimonio que albergaba el palacio de Liria, donde se hospedó.
—¿Y de aquel duque de Alba que promovió las conferencias y mostró gran afición por la arqueología egipcia?
—Destacaríamos su amor por la cultura, con mayúsculas. Promovió interesantes iniciativas y ayudó a muchos intelectuales a lo largo de su vida. Sin lugar a dudas, se trata de una de las grandes personalidades de la historia de España durante la primera mitad del siglo XX. Es una pena que la mayoría de los españoles desconozca todo lo que llegó a hacer por fomentar el arte y el conocimiento en ámbitos muy variados.
Nuria Barrios recibe el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado
Convocado por el Ayuntamiento de Sevilla con la colaboración de la Fundación José Manuel Lara, el VII Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado ha recaído en Nuria Barrios (Madrid, 1962), que presentó la obra ganadora durante la Feria del Libro de la ciudad andaluza. Tras publicar también en Vandalia su poemario anterior, Nostalgia de Odiseo, en el que proponía una relectura del personaje mítico de Penélope, la autora vuelve a la colección con La luz de la dinamo, donde trata temas como “la construcción de la identidad, la asunción de la muerte o el entrelazamiento del amor y el dolor”, como ya hiciera en los relatos de Ocho centímetros.El nuevo libro de poemas de Nuria Barrios embarca al lector en un viaje a través de la infancia, el amor y la muerte, partes de un recorrido circular que trasciende la división artificial entre las edades, pues “la vida es un continuo”. Para evocar la primera ha recurrido al uso de canciones y juegos infantiles: “Encontré en ellos ecos muy perturbadores, la puerta de entrada a un universo extraño y cruel”. A juicio de la autora, “la infancia se queda siempre dentro de nosotros” y, como afirma en uno de los versos de La luz de la dinamo, “Ser viejo y ser niño es bueno para los poetas”.
El jurado destacó del libro de Barrios su “mirada original y llena de contrastes, a veces emocionada, a veces distante”. En estos días, desde que logró el premio que lleva el nombre de los poetas sevillanos, la autora ha pensado en “un hilo secreto” que los conecta: “Coincidimos, salvando las distancias, en el interés por el saber popular y por el cancionero, algo que a los Machado les venía de su padre, Demófilo”.