Feria del Libro de Sevilla 2017
La Plaza Nueva de Sevilla acogió un año más, del 18 al 28 de mayo, esta fiesta de la lectura y los libros, a la que la Fundación José Manuel Lara —con la colaboración de la Fundación Banco Sabadell— aportó la presencia de destacados autores —que firmaron ejemplares de sus libros en las casetas— así como presentaciones, coloquios y los ya tradicionales actos de entrega de diversos premios literarios, entre ellos el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado a Nuria Barrios. Participaron en esta edición los escritores Espido Freire, Pere Gimferrer, Luz Gabás, Paloma Sánchez-Garnica, Nativel Preciado, Fernando Aramburu, Care Santos, Toni Iturbe, Julio Muñoz Rancio, Salvador Compán, Gonzalo Giner, Blue Jeans y Fernando Delgado.
Una cordobesa, ganadora del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores 2017
La iniciativa de la Obra Social ‘la Caixa’, que llega a su novena edición, se enmarca en los talleres ‘Grandes Lectores’ en los que participan más de 10.500 mayores cada año
Los escritores Soledad Puértolas y Fernando Schwartz; Jesús Arroyo, director corporativo de Comunicación y Marketing de la Fundación Bancaria ‘la Caixa’; Ignacio Elguero, director de Programas de Radio Nacional de España; y Miquel Molina, director adjunto de La Vanguardia, han formado el jurado del IX Concurso de relatos escritos por personas mayores, organizado por la Obra Social ‘la Caixa’ y Radio Nacional de España, con la colaboración de La Vanguardia.Durante la ceremonia de entrega, celebrada en CaixaForum Sevilla y a la que asistieron los 15 finalistas del certamen, el jurado designó como ganadora a Aurora del Amo, de 71 años y residente en Córdoba, por su relato “Blanco”. “Boda con retraso”, del madrileño Santiago García (73 años), y “La aguja”, de la tinerfeña María Asunción Cívicos (61 años), ganaron sendos accésits. Otra cordobesa destacó entre los finalistas: Josefa Díaz, de 67 años, por su relato “Mundo paralelo”.
A la novena edición del concurso se han presentado un total de 1.352 relatos, cuyos autores proceden, en su mayoría, de la Comunidad de Madrid (326), Cataluña (278), Andalucía (178) y la Comunidad Valenciana (142). El objetivo es impulsar la participación y el papel activo de los mayores en la sociedad, fomentando el hábito de la lectura y el uso de la imaginación y la actividad creativa.
El premio conlleva la emisión radiofónica del relato y su publicación en las páginas web de la Obra Social ‘la Caixa’, de RNE y de La Vanguardia. Asimismo, el ganador ha sido obsequiado con un ordenador portátil y formará parte del jurado del concurso en 2018. Como reconocimiento a todos los participantes, los relatos finalistas se publican bianualmente en el libro Las buenas historias no tienen edad. Historias finalistas del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores.
La iniciativa forma parte del amplio programa de ‘la Caixa’ dedicado a los mayores en el que se enmarcan los talleres ‘Grandes Lectores’, que promueven puntos de encuentro para mejorar la comunicación y favorecer las relaciones sociales.
Blanco
Texto de Aurora del Amo Hernández, ganadora del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores 2017
La señora Agustina era nuestra bibliotecaria.
Tenía un quiosco, a pocos metros de mi calle, lleno de golosinas apetecibles y montones de tebeos.
Las ventanas estaban empapeladas con ellos, colgados de una cuerda y prendidos por una esquina con una pinza de madera, para que cupieran más títulos: “El Capitán Trueno”, “Azucena”, “Hazañas Bélicas”, “Pulgarcito”, “Dorita”… Había tantos que solo le asomaban las manos por la pequeña ventanilla, para coger los céntimos. Por el pequeño vano que quedaba entre la cuerda y los tebeos se entreveían sus ojos.
El resto del cuerpo se mostraba cuando abría la puerta para echar cisco al brasero o para regañarnos, por las trampas que le hacíamos.
“¡Aquí se lee cuando se alquila y nada más!”
La advertencia estaba cargada de tan mal humor que su voz autoritaria y su figura, que llenaba toda la puerta, hacía que giráramos a un lado la cabeza y la agacháramos, por si nos soltaba un bofetón.
Alquilar un tebeo costaba veinticinco céntimos, pero como eran varias las filas y muchos los lectores que rodeábamos el kiosco, nos los intercambiábamos y podía pasar toda una tarde, de lectura empedernida, con un solo gasto.
Al llegar la anochecida y retirarse la luz, salía de su caseta con el moño despeinado y sudando, oliendo a humo, medio atufada. Nos recontaba y recogía el mismo número de ejemplares que había alquilado y, con una media sonrisa, nos decía hasta mañana.
Aún merodeábamos por allí cuando echaba la trampilla y la veíamos marchar con su toquilla negra, sus medias de lana y unos zapatos con las medias suelas gastadas y de medio tacón que sonaban rotundos, como un cascabel que le hubieran puesto a la luna.