La ciencia como nueva religión
El robot que cree en Dios
Arturo San Agustín
ED Libros
314 páginas | 20 euros
El germen de una novela constituye siempre un misterio. Algunas surgen de personalísimos recuerdos, otras se construyen a partir de un final o pivotan alrededor de un personaje emblemático. También existen aquellas que nacen de una imagen muy concreta. Es el caso de El robot que cree en Dios, la novela de Arturo San Agustín publicada por ED Libros. Esa imagen no es otra que la de un robot santiguándose. A partir de esta fotografía mental —netamente evocadora— se despliega toda una acción narrativa que se adscribe a dos géneros de enorme éxito en la ficción contemporánea: la distopía y la intriga vaticana.
Decía Stanisłav Lem que “nada envejece más rápido que el futuro”. Además de Lem, este relato tiene ecos de Philip K. Dick, Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, entre otros. En la novela de Arturo San Agustín los diarios ya no se publican en papel, la República de Catalunya es una realidad e Inocencio XIV se convierte en el primer Papa catalán de la historia. Más allá de esta trama de intrigas con férreas bases documentadas —San Agustín “posee contacto en el Vaticano que le han permitido disponer de información privilegiada”, se afirma en la contracubierta del libro—, el libro profundiza en algunos de los debates a propósito de la inteligencia artificial, la robótica o el llamado transhumanismo, un movimiento cultural e intelectual promovido por el genetista J.B.S. Haldane en 1923. Su tesis principal asegura que el gran progreso provendrá de aplicar las ciencias más avanzadas a la biología humana.
De la novela se desprende otra tesis muy aplaudida en los últimos tiempos, que la ciencia es la nueva religión. Y ciertamente, así parece a juzgar por la eclosión de nuevos movimientos religiosos como el Sinteísmo, fundado por los suecos Alexander Bard y Jan Söderqvist y cuya principal aportación estriba en situar a Dios en el futuro. Y en el futuro, por supuesto, está la robótica y la inteligencia artificial. El libro comienza con una sentencia potente y polémica que abunda en estas reflexiones teológicas y científicas: “Dios no existe. Ni existe ni tiene derecho a existir”. También la influencia de David Gelernter, un experto en ciencia computacional de la universidad de Yale, es evidente en este relato que se cuestiona el peligro de sacrificar el humanismo en el altar de la tecnología.
Con estos tintes ideológicos y críticos, Arturo San Agustín escribe una novela protagonizada por un periodista llamado Bruno Rossi que investigará la misteriosa muerte de Xi Shen —el presidente de la república China— o la influencia de la iglesia latinoamericana en el nuevo Vaticano. El robot que cree en Dios es un relato trepidante trufado de ideas filosóficas y científicas que están marcando nuestro presente convulso.