La India en llamas
El ministerio de la felicidad suprema
Arundhati Roy
Trad. Cecilia Ceriani
Anagrama
520 páginas | 24,90 euros
Esta no es una novela de Arundhati Roy. Esta novela es Arundhati Roy. Y eso para mí es un valor añadido porque estamos hablando de una mujer que lleva décadas peleando por hacer oír la voz de los silenciados en un país que es la tercera economía del mundo, pero que mantiene un sistema de castas medieval, con millones de pobres, un 35 por ciento de analfabetismo y en el que cada año mueren 900.000 personas por beber aguas contaminadas.
Hace 20 años, la publicación de su primera novela, El dios de las pequeñas cosas, una historia ramificada con el eje en el tema del incesto entre hermanos, fue un éxito internacional (Premio Booker incluido) que le auguraba una rutilante carrera. Sin embargo, dejó plantada la narrativa (en estos años ha escrito algunos ensayos) para concentrar sus energías en el activismo social.
Dos décadas después, presenta su segunda novela, en la que platea múltiples asuntos relacionados con las zozobras de la vida en la India actual de una manera documentada y ardorosa. Y como no puede ser de otra manera en un libro escrito de manera tan apasionada, tiene en su virtud también su mayor defecto.
Lo que ahora aquí se conoce como transexual en la India se denomina hijra. La madre de Anyum ha tratado durante años vestirla como a un niño y que todo el mundo creyera que era un chico, hasta que un día descubre un local llamado El palacio de los sueños, una casa y burdel de travestidos y transexuales (en realidad, un burdel desvencijado). Los sueños que muestra Roy a lo largo de las páginas siempre se convierten en pesadillas. Las vidas de los habitantes de la casa, a las que intentan dar un brillo de rímel, resultan marginales, solitarias y decepcionantes. Tanto como la vagina que un médico le practica a Anyum en su conversión definitiva en mujer, que pese a las promesas de sensibilidad, resulta ser tan solo un agujero en la carne. Los sueños están llenos de agujeros. El de Anyum acabará en una chabola en un cementerio.
La novela nos muestra en paralelo la trayectoria de Tilo, que ve morir a su marido activista a manos de una división oscura de los servicios secretos donde trabaja un antiguo compañero enamorado de ella y que se acaba casando con otro antiguo amigo que es colaborador de esos mismos servicios secretos. Tilo, desgarrada, acaba uniendo su camino al de una hijra, pero eso es algo que deben descubrir los lectores por sí mismos. Entre medias, cientos de páginas, personajes, ramificaciones de la historia, informes sobre la política en la India que dan grosor moral al libro pero que lastran la trama. Este libro parece haber sido escrito durante un lapso largo de tiempo, en distintos momentos anímicos de la escritora y con la adición de materiales y páginas muy diversas. Hay algunas, con información o incluso denuncias políticas directas (resulta llamativa la que hace de los continuadores de Gandhi y del propio Gandhi “era un reaccionario”) que denotan un estilo cercano al del manifiesto. Sin embargo, hay pasajes que son de una sensibilidad y belleza literaria extraordinaria. No son muchos, ahogados en ese alud de personajes y crónica social, pero cuando brotan, la página se ilumina. Esta es una novela imperfecta, descompensada, lastrada, pero Arundhati Roy, además de un gran valor personal, tiene un enorme talento. Hay que pasar en estas páginas por muchas tragedias deprimentes, pero si se llega al final hay una recompensa: la constatación de que en el vertedero más inmundo crecen flores hermosas.