Valente, biografía completa
Valente vital (Magreb, Israel, Almería)
Claudio Rodríguez Fer, Manuel Fernández Rodríguez y Fernando García Lara
Universidad de Santiago de Compostela
457 páginas | 36 euros
A la iniciativa del profesor Claudio Rodríguez Fer se debe un caudaloso estudio biográfico de notable originalidad rotulado Valente vital. En lugar de seguir una convencional presentación unitaria de vida y milagros, las andanzas del poeta y ensayista orensano se encomiendan a buenos conocedores de los sucesivos marcos geográficos de su trayectoria. Así ha cuajado un corpulento corpus noticioso en tres volúmenes que agavillan un exacto informe de la peripecia de José Ángel Valente vinculada a los espacios señalados entre paréntesis en los subtítulos. El primer tomo abarca desde la infancia a su inicial madurez: (Galicia, Madrid, Oxford). El siguiente recorre los tiempos de plenitud: (Ginebra, Saboya, París). El tercero, (Magreb, Israel, Almería), fija su atención en su etapa última, que se cerró con el asentamiento en esa ciudad andaluza.
Los responsables de cada uno de esos sucesivos trechos biográficos los documentan con minuciosidad. En sus páginas constan mínimos detalles externos, los datos más menudos, qué hizo, cuándo y con quién, qué y dónde escribió, cómo pensaba, de qué modo evolucionaron sus creencias religiosas, políticas y estéticas. Todo va con sus puntillosas referencias y se beneficia del escrutinio con lupa de la biblioteca y amplio archivo documental atesorados por el autor. Algo así como el Hola de un escritor galvanizado por una revista de impacto científico. Sin bromas, los hilos de lo privado, lo profesional y la actividad creativa forman la red con la que se cerca la trayectoria vital completa de Valente y se ofrece en unos libros de inusual esmero y elegancia, gratos al tacto y a la vista, aunque con un serio reparo, el caprichoso diseño del lomo sin texto ni número de volumen.
El examen del último trecho vital de Valente, con la tinta todavía fresca, arranca con la descripción de sus “semillas semitas” que hace Rodríguez Fer: el escritor mostró particular querencia por la realidad árabe y judía a edad avanzada, pero el estudioso advierte su ya juvenil interés por el Magreb y su cultura, que desembocó en un gran conocimiento de las místicas islámicas y hebreas, paralelo de su fervor por la espiritualidad cristiana y por la poesía de Juan de la Cruz. Rodríguez Fer acredita al extremo las fuentes, redes y momentos de dicha afición, señal de un profundo multiculturalismo y factor básico de una larga etapa postrera del poeta en la que el bucle místico se alzó como meollo de una escritura que anhela el decir esencial, lo inefable, el silencio elocuente.
Esta gran línea del Valente final la amplía M. Fernández Rodríguez con una densa descripción de dos grandes vías de su pensamiento y de su poética, la cábala y el sufismo. Que no fueron un giro mental y estético gratuito sino, como sobradamente se registra, resultado de inquietudes espirituales y de un conocimiento ancho y largo de tales corrientes así como de inclinaciones hacia el ocultismo y el esoterismo.
Parte de esta actitud visionaria coincidió con el establecimiento del poeta en Almería desde 1985, a instancias de Juan Goytisolo y por haber descubierto allí, según esclarece Fernando García Lara, el escenario que colmaba sus ansias. García Lara da minutísimos detalles de este periodo en un estupendo trabajo no solo por los copiosos datos que testifican la relación de amor-odio con la tierra de adopción sino porque es la pieza del Valente vital que mejor trasluce la personalidad compleja —peleón, polémico, adusto y emotivo— del escritor orensano. El cual, tras estos imprescindibles asedios, queda visto para sentencia de sus lectores y de la historia literaria.