El extraño caso de la detective victoriana
Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca
Ed. Michael Sims
Trad. Laura Salas Rodríguez
Siruela
332 páginas | 29,95 euros
No servían el té con delicadeza y exquisitas formas sino que salían por la noche para perderse entre la niebla; viajaban solas en trenes que las llevaban a condados alejados en los que había ocurrido un crimen e incluso tomaban las huellas a cadáveres sin temor. El mundo estaba cambiando y ellas ya estaban asomadas al nuevo siglo. Eran las detectives victorianas, las primeras mujeres que protagonizan la novela de género con más favor popular en el siglo XIX.
Siruela acaba de publicar una estupenda antología de algunas de estas historias en Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca con edición de Michael Sims y traducción de Laura Salas Rodríguez. La galería de historias guarda la textura de época con argumentos que suceden en el laberíntico caserío de Londres con sus pasajes de niebla y olor a ginebra barata o en salones aristocráticos en los que aún está intacto el dibujo de tiza de un cadáver. Pero también nos asoma a los hermosos condados de la época victoriana y eduardiana, justo antes de la gran tragedia de la Primera Guerra Mundial que dinamitaría el ‘apacible’ mundo de ayer.
En estos casos de mujeres detectives hallamos una singularidad dentro del género: el hecho de que la ficción se adelantara a la realidad. Los primeros relatos de mujeres investigadoras aparecieron a principios de 1860, algo que resulta curioso porque hasta 1883 las mujeres no tuvieron tareas policiales que además fueron testimoniales: registrar a las prisioneras en el momento del arresto. Habría que esperar a 1918 para que la policía londinense contratara a la primera agente.
Sin embargo, las criaturas de ficción van por delante y gozan de gran éxito entre los lectores. Las detectives sorprenden por su osadía al resolver crímenes. Las pioneras van en elegantes cupés o en pequeños faetones deportivos por las calles de Londres o por los senderos de Yorkshire mientras deducen las pistas del misterio. Y si el siglo victoriano comenzó en un coche de caballos y terminó con una máquina de hierro y vapor, ellas harán lo propio viajando por los caminos de su época con velocidad. Tampoco faltarán las detectives ciclistas con pololos o los atrevidos bloomers que sustituían a las incómodas enaguas.
Por otro lado, estas detectives crearon fórmulas originales que ahora resultan los pilares del género. Es el ejemplo de la primera novela de detectives escrita por una mujer, El caso Leavenworth (1878), de Anna Katharine Green, con su detective Amelia Butterworth, que sería la ‘antepasada’ de la popular miss Marple de Agatha Christie. Este asesinato se producía en una casa de campo en la que se encuentran todos los sospechosos, testigos de la reconstrucción del crimen. Esta situación terminaría siendo un clásico en el género igual que el desenlace que hace la detective desvelando el misterio en presencia de todos.
Una de las claves del éxito de estas pioneras lo desvelaba la señora G. en The Female Detective (1864) de Andrew Forrester: “La mujer detective cuenta con muchas más oportunidades que el hombre para vigilar en la intimidad, y para seguir de cerca asuntos en los que un hombre no podría fisgar a su antojo”.
Los lectores descubrirán en estas joyas arqueológicas del género las aventuras de detectives como la joven Dora Myrl, la madura y mordaz Amelia Butterworth, la sagaz señora Paschal, la discreta Loveday Brooke o la perspicaz e irónica señora G. quien en el relato “El arma desconocida” (1864) se adelanta a las historias de pruebas forenses y análisis microscópicos tan de moda hoy.