El talento del lenguaje
La lengua de los otros
José Ramón Ripoll
XXIX Premio Loewe
Visor
106 páginas | 12 euros
En un artículo titulado “El son de las palabras”, afirmaba Ripoll lo siguiente: “La escritura contiene la música en sí misma…”Música, pero también el deseo de trascender la realidad a través de un lenguaje que nos permita nombrarla en “toda su dimensión”. Con esta concepción poética, ha ido elaborando en estos años La lengua de los otros.
Se trata de un libro que parece compuesto por 62 poemas, dividido en tres partes, pero quizá sea un único poema extenso, dividido en 62 secuencias y subdividido en tres partes. La admiración por Juan Ramón Jiménez y su poema Espacio está presente en él, pero ambos se inscriben en una tradición más amplia, la de Piedra de sol de Octavio Paz, Muerte sin fin, de José Gorostiza o, en fin, el Primero sueño de sor Juana Inés de la Cruz.
En la primera parte (“Bajan las nubes negras / a las llanuras de mi pensamiento…”) el autor escenifica su propia regresión espiritual hasta los orígenes del ser, hasta el infierno de la nada, del no ser. Hay un poema central, o un fragmento, subtitulado “Hilo de sangre” que a mi juicio encierra todo el sentido de esta sección: “Hilo de sangre y madre / agua sagrada. // ¿En qué lugar del útero celeste / dejé las instrucciones de la vida…” Aunque esa regresión, finalmente, solo logra confirmar la orfandad: “Sólo un espacio huérfano me envuelve / en la oquedad de mi propia figura…” No es de extrañar que en esta sección aparezcan rasgos cercanos a otro de sus maestros: César Vallejo: “La muerte es nube y vuelve / cada vez que mi cuerpo va, / se asoma a cuándo.”
De nuevo con el sueño, se inicia la segunda parte, en una dialéctica entre la duermevela y la vigilia: “Tiempo fuera del tiempo / entre los pliegues de las sábanas”. Y más adelante la interrogación sobre la identidad. ¿Quién soy yo?, ¿Alguien nos traza, alguien nos escribe, alguien nos convierte en personajes de una historia? Los poemas se van sucediendo llenos de interrogaciones, de dudas: “¿Acaso yo nací / o fue tan sólo un pulso de sangre en la materia…?” Poco a poco, la duda sobre la identidad va abriendo paso a la preocupación por la capacidad creadora del lenguaje “hacia dónde se encauzan los gemidos / que antes de ser palabras cristalizan / un idioma desnudo…” Hasta estallar en un grito regresivo de nuevo hacia el origen: “¿Dónde está la palabra, madre, dime? / No es nada… / un sin ser siendo.” Para desembocar de nuevo en algunos de los símbolos que iniciaron el poema, pero con una aportación nueva, el lenguaje: “¿Qué lengua habré de hablar?” se pregunta el poeta en “Bajo las sábanas”. A partir de este momento, de la constatación de la orfandad, el texto se va cargando de un tono fuertemente existencial: “Qué exilio he de esperar / más allá de esta celda.”
En la tercera y última parte, por encima de la religión y de las contradicciones, por encima de la “lengua de los otros” la solución para tanta desazón y desconcierto parece ser la palabra poética: “Vienes palabra hueca aún, / al reino de las cosas… / venero o germen de un silencio / que se transforma en música…” Metafísica, neobarroquismo, neovanguardia, ascetismo, empleo luminoso del lenguaje, todos los recursos puestos al servicio de una poesía, la de José Ramón Ripoll, que quiere ser una vía de conocimiento, pero no del conocimiento racional sino de aquel que la razón no explica, del misterio que envuelve al ser humano desde el origen al acabamiento. Un libro poderoso, ambicioso, admirable, que demuestra el talento y la madurez de un poeta de verdad, de un gran poeta.