Los diálogos de Lledó
Dar razón. Conversaciones
Emilio Lledó
Ed. Juan Á. Canal
KRK
669 páginas | 29,95 euros
Emilio Lledó (Sevilla, 1927), que siempre ha entendido la filosofía como diálogo, aceptó el año pasado, a sus noventa años, publicar una deslumbrante selección de las entrevistas concedidas a lo largo de su vida, opiniones que navegan por el agitado itinerario de la actualidad con una congruencia más propia de un libro macizo que de fragmentos orales nacidos de la urgencia periodística. Era la segunda vez que practicaba este ejercicio. En 1997 había publicado Palabras entrevistas, una antología de 37 conversaciones aparecidas en las publicaciones más diversas y con interlocutores distintos. Veinte años después de aquella primera publicación, en 2017, las revisó y amplió en Dar razón, una recopilación de 38 conversaciones preparadas por Juan Á. Canal que, además de editor, es el firmante de una amplísima entrevista introductoria que justifica por sí misma la nueva edición. ¡No dejen de leer esta especie de breviario de la coherencia!
El resultado es el mismo: el lector cae fascinado ante la exactitud y la cohesión de un corpus de opiniones formado a lo largo de cinco décadas. A pesar de la cambiante actualidad y de los muchos periodistas que se prestaron a participar, la cadencia de la voz sabia de Lledó, el talante moral y el compromiso con un puñado de presupuestos y empeños se mantienen firmes desde la primera a la última entrevista. Lledó sigue creyendo que la educación es la base de la armonía social y, en consecuencia, que sin una educación basada en la libertad y alejada de la burocracia, el futuro de las nuevas generaciones está muy comprometido. Lledó cree en la igualdad de oportunidades, en una enseñanza humanística que prevalezca sobre cualquier objetivo tramposo alentado por la oligarquía y se muestra indignado por los privilegios de clase que casi han logrado eliminar de las nuevas generaciones el sentimiento de esperanza.
“No les corroan el ánimo”, proclama enojado, “a los muchachos de 18 años con el cebo estúpido de una colocación en una empresa. En mis tiempos teníamos esperanza. A pesar de la miseria de la dictadura teníamos la esperanza de que este país daría un salto alguna vez hacia algo mejor, pero actualmente se ha instalado la desesperanza”.
Lledó conversa de filosofía y responde una y otra vez —¡sin repetirse!— a quienes le preguntan qué pintan los filósofos y para qué sirve el pensamiento antiguo. Y además da a sus interlocutores titulares impagables según sus intereses. He aquí unos cuantos.
Para educadores: Los másteres son “una importación grotesca que tiene ver fundamentalmente con el dinero, con la desecante burocratización educativa”. Por contra, la “pedagogía es una arma contra la desigualdad”.
Para periodistas: “La libertad de expresión tan invocada a menudo por los medios, no vale para nada sin la libertad de pensar”.
Para los tuiteros: “La posibilidad de convertir el pensamiento en pildoritas entraña efectos empobrecedores para el propio pensar”.
Para los adictos a los debates políticos: “En las tertulias predomina el choque de bloques ideológicos cuyos lenguajes no pactan, carecen de disposición a entender lo que el otro dice”.
Para los seguidores de los nuevos medios: “La hiperinflación de instrumentos comunicativos lleva como contrapeso cierta antagónica y considerable incomunicación”.
Para los políticos dudosos: “El neoliberalismo supone el dominio de los que han tenido mejores posibilidades de educación para imponerse a los otros. No hay igualdad y por eso es detestable”.
Y, en fin, para los que han perdido toda esperanza: “Todavía tengo la ilusión de ver de qué manera podemos echar a los corruptos del poder”.
(Ese día de 2014, Lledó tenía 86 años).