Henry James, maestro en dos continentes
Cuentos completos (1864-1878)
Henry James
Edición de Eduardo Berti
Páginas de Espuma
1032 páginas | 39 euros
No tuvo suerte Henry James (Nueva York, 1843-Londres, 1916) con la venta de sus libros, a pesar de su prestigio crítico, a pesar de su viaje de ida y vuelta, físico y teórico, a la tradición de la prosa anglosajona en las dos orillas. James nunca vendió lo que esperaba ni él mismo ni sus editores, se le consideró el veneno de las taquillas librescas, exceptuando, quizá, alguna de sus nouvelles, en las que los lectores se volcaron más; fueron muy bien acogidas las soberbias The portrait of a Lady (Retrato de una dama), The turn of the screw (Otra vuelta de tuerca), y la veneciana The Aspern Papers (Los papeles de Aspern), a las que el cine ha mimado, y también otros lectores en época posteriores. Es conocida la paradoja: Henry James se mantuvo como un escritor inglés que escribía al modo de Nueva Inglaterra, o viceversa, como un escritor norteamericano que se acogía a los modos de la madre fundadora; quizá este fue su drama, pero también en esa aspiración de linaje se refugiará la coartada de su estilo, un culto a la cortesía de un pasado glorioso siempre necesitado de la atmósfera de la alta civilización europea, a lo que se debe sumar las maneras aristocráticas que le condujeron a establecerse en Europa, hasta tal punto, que en 1915, un año antes de su muerte, su promonarquismo lo impulsó a adoptar la ciudadanía inglesa, un paso más de sutil legitimación al tormento psicológico de sus personajes, seres tan privilegiados como desesperados y escépticos, en ocasiones presos de una moralina insoportable que años más tarde su fiel discípula Edith Wharton desarrollará hasta límites nada inocentes.
No en vano, un autor de la talla de T. S. Eliot seguirá la senda marcada por James, es decir, tendrá a quien aferrarse tratando de conservar la especie. Fascinante historia —estatismo y detalle— la de este espléndido prosista, al que su hermano, el filósofo y psicólogo William James, ayudará, a su modo, a desbrozar las obsesiones que le planteaba la ficción en la dicotomía tiempo/espacio, y le ofrecerá el ilimitado campo de expansión del monólogo interior. Una estúpida controversia todavía se suscita en torno a si lo que escribía James eran novelas cortas o relatos largos, como si la media distancia no resolviera todo este estéril debate. Lo importante es que bajo la sofisticada superficie estilística, el delicado esnobismo y el dorado lustre de sus novelas, James mantiene la excelencia y transforma el relato en un género superior.
Esta admirable, por ambiciosa, edición al español —se proyectan tres tomos— de Eduardo Berti, cuya rigurosa introducción, además, sirve para aclarar algunos enigmas jamesianos, arranca con la entrega matriz que abarca un primer James (1864-1878) en los que el autor en absoluto balbucea sino que alimenta sus angustias e instituye la elevada cima de sus títulos más tardíos; publicados en las revistas The Atlantic Monthly y The Nation, destacan The story of a masterpiece (Historia de una obra maestra), The Romance of Certain Old Clothes (La leyenda de ciertas ropas antiguas) y el placeado Longstaff’s Marriage (El casamiento de Longstaff), que darán pie, más adelante, a su famoso cuaderno de notas. El segundo tomo de la trilogía de Eduardo Berti, amparada exquisitamente por Páginas de Espuma, llegará hasta 1894, y el tercer, y último tomo, finalizará en 1910. Todo a pedir de boca, tal como le gustaría al maestro, de quien Guillermo de Torre apuntó que, como escritor y persona, habitó en los contrastes: era un famoso al que nadie conocía.