Somos una copia más un error
Trilogía de la guerra
Agustín Fernández Mallo
Premio Biblioteca Breve 2018
Seix Barral
496 páginas | 21 euros
Agustín Fernández Mallo no escribe novelas con una trama, un héroe y una brújula para el lector. AFM narra en red haciendo derivas a través de la Historia, de sus lecturas, de la televisión, de la publicidad, de los tebeos, de cómo fabricamos sentimientos con los que resignificar un relato diferente de la realidad y de la memoria. Lo hace sin fijarse en nada concreto, sin terminar nada del todo porque es consciente de la idea del posmodernismo de que la realidad nunca se acaba. AFM plantea historias con variaciones de sí mismas. Su último ejemplo es Trilogía de la guerra, Premio Biblioteca Breve 2018, una novela compuesta por tres narraciones que tienden puentes entre ellas: la isla gallega de San Simón, refugio de piratas, lazareto y posteriormente un penal de los vencidos en la Guerra Civil, a la que es invitado a un congreso, y donde más tarde se hospeda como un intruso del silencio y la oscuridad; la fabulación de Kurt, el cuarto tripulante del Apolo XI del que se ignora su existencia porque se encargaba de hacer las fotografías, y que posteriormente fue piloto en Vietnam; el viaje de una mujer a la playa normanda de Juno para saber qué se siente al pisar el alma de los 100.000 muertos del desembarco. Tres territorios enraizados en la figuración de unos héroes inadvertidos que explican la exploración de lo perdido, el nuevo sentido del viaje “para recordar y formar una nueva memoria” y la realidad construida como un lenguaje a partir de la abstracción que cada uno hace al interpretar el mundo, las cosas, las personas. “La realidad no está ahí fuera esperándonos. La realidad es en sí misma un autismo que requiere un consenso para comprender lo diferente, lo que no entendemos. De hecho, lo que llamamos Historia es una novela cuya verosimilitud exige también ese pacto”, me explica Agustín Fernández Mallo.
Ser activo en la lectura es igualmente otro pacto entre el creador del movimiento Nocilla y sus lectores, si se quiere disfrutar el magma poético que recorre subterráneamente la novela y a modo de corriente eléctrica va conectando temas — igual que piezas de un puzle del que el lector forma parte—
y respondiendo las preguntas contemporáneas que plantea a través de un cronomapa trazado con sus referentes culturales de la narrativa, la poesía y la ciencia, el ADN del estilo con el que lleva tiempo moviendo la zona de confort de la literatura. “Ya no sirve narrar con las viejas estructuras. No me interesan las tramas ni los géneros. Yo leo un poema en clave de ensayo y un ensayo lo leo en clave poética. Lo que me interesa es su transversalidad, la ciencia no como argumento, si no como metáfora y estética capaz de crear un mundo poético. Aún así, esta es mi novela más narrativa”, asegura Fernández Mallo.
Y de verdad lo es esta novela en la que aborda el mundo contemporáneo, el significado de Europa, la inmigración, la guerra, el vínculo entre los vivos y los muertos que él considera la red social más grande que existe. “Ellos son los que nos han enseñado a sobrevivir, y cómo la supervivencia afecta a la dignidad personal. Todos descendemos de un muerto de alguna guerra. Ni ellos mueren del todo ni nosotros estamos completamente vivos. Solo la muerte pasa la vida a limpio”. Lleva razón AFM. La muerte es una memoria de lo que somos, la verdadera experiencia que nos pone frente a nosotros mismos. Especialmente cuando nos golpea la barbarie bélica que pespunta las tres novelas de la novela, y provoca que reflexionamos sobre su cara B “aquella en la que no se habla acerca de la autoviolencia de género, como esos miles de varones de Normandía muertos a manos de otros hombres”. Y también la que oculta el fenómeno del amor que surge entre parejas de bandos opuestos. “Cuanto más irracional es el enfrentamiento entre rivales con los mismos ítems potenciales de fuerza, más se necesita encontrar la intimidad o construirla. Buscar el nosotros en el otro bando”. Una búsqueda que equipara la memoria con un archivo sobre el que cada uno redefine el pasado, igual que hace el personaje de Kurt al afirmar que estuvo en la Luna, y al hacerlo está redefiniendo el pasado de otros. “La memoria también es una red que va mutando, lo mismo que un caleidoscopio en el que al girar un ángulo se crea otra imagen de la imagen geométrica que la ha precedido”. Incluso tiene algo de basura que dejamos atrás y abona otras cosas que vendrán. La basura donde los espectros de Dalí y de Lorca buscan el alma de Nueva York y un poema perdido de Poeta en Nueva York. AFM advierte del peligro de que la fiebre del reciclaje termine provocando que no se pueda saber nada de nosotros, y plantea las preguntas de si se puede reciclar el pasado y la Historia o si es la Historia en sí misma un reciclado de ideas que vamos cambiando y montando según nuestra conveniencia.
Ideas, interrogantes, puentes cruzando las historias, abriendo un camino entre los sucesos y las vidas que está contando, que posiblemente están sucediendo al mismo tiempo o saltan hacia atrás y hacia adelante. Pero lo más interesante es que generan el nacimiento de otras ideas. Trump, W. G. Sebald, Bowie, David Lynch, el 11S, el Brexit, los cementerios habitados de Shanghái y Carlos Oroza, druida gallego y poeta beat. Personajes entre mundos paralelos que colocan al lector al pie de números interrogantes sobre la cara B del mundo que vivimos. Unos de calado humano, otros de carácter estético y algunos recurrentes en la obra de AFM como el doble y la copia. “Entre el mito del XIX del genio y de la pieza única y el XX donde todo puede copiarse me quedo con la ciencia, con las células que se replican idénticamente hasta que se produce una variación. Somos una copia más un error”. Y añade: “Eso es lo que nos hace diferentes”.
Trilogía de la guerra, un mapa de la sociedad contemporánea en el que la literatura es el sextante que traza la navegación entre el conocimiento del pasado, el presente mutante y esas estrellas que se separan cada vez más hasta que, como dice AFM, no podamos verlas, y ya no habrá más luz. Leamos y pensemos mientras.