Vidas sonámbulas
La sonámbula
Miquel Molina
Destino
256 páginas | 18,50 euros
Varias son las interpretaciones que sugiere la lectura de La sonámbula, la segunda novela del periodista barcelonés Miquel Molina. Se inicia con apariencia de género negro, la clásica y previsible historia en la que un cadáver da inicio a una crónica detectivesca con resolución más o menos ingeniosa. Sin embargo, no todo es lo que parece y pronto descubrimos que no estamos ante un noir sino frente a una novela cargada de asombros y que es difícil encasillar en un género. De hecho, el tema o asunto central de la aparición de un cadáver o la simple sospecha de que lo hay no parece ser más que algo así como un macguffin de Hitchcock, santo patrón al que Molina se encomienda ya desde una portada evocadora de La ventana indiscreta.
La protagonista y narradora es Marta, una exbailarina que dejó de bailar por una lesión y que ahora da clases de baile. Ella permanece recluida en su casa de baja laboral por una ansiedad que ha exagerado ante el médico porque quiere tener tiempo para “desatar el nudo de sus sentimientos”. También padece un sonambulismo que arrastra desde la niñez, aunque ya apenas se le manifiesta. Distrae el tiempo muerto viendo películas antiguas, leyendo y reflexionando sobre sí misma y su particular manera de enfrentarse a las relaciones amorosas.
Es un personaje de psicología complicada, con constantes meandros y conflictos internos, y que además sufre una especie de desdoblamiento de personalidad cristalizado en Ginebra, un simbólico alter ego que representa la inestabilidad emocional que la lleva a no conservar a sus parejas. Por defender su libertad, Marta-Ginebra es capaz de imponer a sus novios la posibilidad de compartirla con otros. Esta especie de síndrome de Peter Pan que le impide comprometerse incondicionalmente, no evita, sin embargo, que mantenga buenas relaciones con sus ex parejas. Dos de estos compañeros, Alfredo y Pau, la ayudarán a afrontar el misterio al que se ve abocada en esta historia bien pergeñada por Miquel Molina.
La novela aborda un misterio que gira alrededor de una mujer rubia que Marta cree haber visto dormida o quizás muerta en la cama de una vecina anciana cuando acude a ayudarla tras sufrir un ataque. La vecina será ingresada y Marta, que se queda al cuidado de la casa, sucumbe a la tentación de fisgonear la vida ajena. Es entonces cuando descubre una cabellera rubia entre las sábanas, y aunque huye de allí, esa mujer inerte apenas entrevista será desde ese momento una angustiosa presencia en la vida de Marta. Más tarde conocerá al hijo de su vecina, Fidel, y mantendrá con él una relación dificultosa, presidida por esa presencia femenina de la que él afirma no saber nada y que llevará a Marta a un viaje sin retorno. Una bajada a los infiernos para quizás redimirse a sí misma del hastío de la vida y recuperar la capacidad de amar que había “vendido al diablo a cambio de la eterna juventud”. Un proceso de maduración hasta encontrarse consigo misma después de un extraño e interesante juego especular cuando por fin descubre la identidad de la mujer rubia y todo lo que Fidel le oculta.
La sonámbula es una novela que habla de la soledad, de los deseos reprimidos, de amor, sexo y parafilias. Una introspección digresiva a través del soliloquio de Marta que indaga en las simas más profundas del ser humano. Además de Hitchcock, La sonámbula también bebe, y en no poca medida, de algunas películas españolas de los años setenta que conviene no mencionar para mantener intactas las sorpresas que esta novela reserva al lector que se adentre en ella.