Desde el túnel de presidio
El gran farsante
Luis Carlos Azuaje
EDA Libros
248 páginas | 15,90 euros
Luis Carlos Azuaje (Maracay, 1983), escritor y profesor de Literatura, acaba de publicar El gran farsante, una novela política y de presidio, tensa y turbia, contada en primera persona por Junior Mata, un alborotador inoportuno, que interrumpe y ofende al mismísimo Jefe del Estado y eso le traerá funestas consecuencias. Desde muy pronto sabemos que su padre ha muerto en un accidente un tanto raro, y que es un paria y un resistente. Estamos en un país represivo, y él irá un poco más allá. Es contumaz, tiene sentido de la estrategia y se siente hostigado, y de esa situación de injusticia y de asfixia derivará su rebeldía y la paulatina construcción de una personalidad con aristas y con diversos niveles de afecto y emotividad.
La novela, sin perder nunca su ambición ni descender al panfleto, es un retrato de Venezuela. Aquí, como suelen matizar Antón Chéjov o Ricardo Piglia, importa tanto lo que se sugiere, el clima de violencia y de obscenidad política, como lo que se cuenta: esa vida en la cárcel, que tiene también sus estructuras y sus reglas, y que apesta a insidia y a orines. Allí domina Pabilo, uno de esos personajes que encarnan al mismo demonio, son capaces de maniobrar hasta en el infierno, aunque Luis Carlos Azuaje le ha dado complejidad e incluso cierta extravagancia o sensibilidad con esa pasión por el origami.
Hay otros personajes claves en la vida de Junior, además de su madre: su amigo Miguel, otro resistente, inadaptado hijo de un militar que acabará inclinándose hacia Chávez, que lleva a cabo su propia lucha. Una de las partes más bellas del libro son las páginas dedicadas a contar su amistad, la de Junior y Miguel, y ese oasis, casi extraño, en el que Miguel evoca la historia de su primer amor. Junior recuerda al amigo, reconstruye su relación y anota: “Yo diría que Miguel y yo nos amábamos”. Otro personaje es el primo José, de una lealtad conmovedora, y esa joven enigmática, Atítaa Mercado, implicada tal vez en el grupo La máquina de hacer churros.
El gran farsante es una novela carcelaria. Sin hacer concesiones porque la sordidez, que va y viene, tiene mucho de confidencia, de autorretrato, de indagación en uno mismo desde el sueño de la revuelta, desde la conspiración, el dolor y la opresión. Desarrolla bien el drama, hilvana seres complejos e inquietantes, planea sobre el misterio y la conjura, y posee un lenguaje convincente, versátil, muy trabajado, que atrapa y cabalga y descabalga a lomos de la perversidad.
Curiosamente, y aunque huela a paradoja, en El gran farsante los libros y las tertulias literarias son muy importantes. Tanto que cuando entra en la cárcel, a Junior Mata le encargan que redacte la historia de su vida. El gran farsante quizá sea el perfecto ejemplo de ese empeño y de los dardos venenosos que pueden brotar de sus páginas.