Un pícaro de la Transición
Para morir iguales
Rafael Reig
Tusquets
352 páginas | 19 euros
Varios elementos marcan a hierro Para morir iguales. Una trama delictiva esencial aporta la seducción de la intriga. Las citas del cantante mexicano José Alfredo Jiménez que encabezan el libro y pespuntean sus capítulos indican la intención de escritura popular directa y sentimental. Las apariciones de la Virgen/Pepa Flores (la Marisol que escandalizó con su “destape” en Interviú) al protagonista y narrador, Pedrito Ochoa, añaden una vertiente onírico-burlesca al relato. Rafael Reig junta estas desiguales sustancias para cumplir su primordial objetivo de que sus obras pierdan la solemnidad habitual de la literatura y resulten amenas.
El deliberado carácter comunicativo de las novelas del autor asturiano no supone escapismo ni trivialización sino un modo personal de trasmitir un mensaje crítico. En ocasiones lo ha hecho con lúcidas e irreverentes revisiones culturales: el ensayístico Manual de literatura para caníbales, avanzadilla del novelesco Señales de humo. Otras con incursiones en la salida de la dictadura que ya forman una especie de núcleo duro de su escritura pues a Todo está perdonado y Un árbol caído acaba de sumar Para morir iguales. Aunque se trate de libros argumentalmente independientes, totalizan una auténtica trilogía acerca de lo que en el primero calificaba con sorna y acritud “la Inmaculada Transición”. Pero Reig no se limita a revisar las hipotecas pretéritas de aquel problemático tiempo. Pedrito escribe sus recuerdos a partir de 2014, o sea, el abanico de su evaluación histórica se extiende hasta el presente.
Reig se apoya ahora en un modelo reconocible de inmediato: la novela de formación vinculada al arquetipo del pícaro. Si Lázaro de Tormes aspiraba a alcanzar la “cumbre de toda buena fortuna”, Pedrito busca con determinación madrugadora, fanática y maligna su “Gran Porvenir”, hacerse muy rico. La novela cuenta el descarado itinerario que le llevará a dicha meta: se cría en un hospicio madrileño, de donde es rescatado para estudiar en un colegio de clase media, y consigue el ascenso social. Como ocurre en Galdós, gran referencia artística de Reig, la novela se llena datos veristas: un orfelinato real, hoy sede de un teatro de vanguardia, calles y locales de un triángulo del barrio de Argüelles se mencionan con exactitud.
En este marco urbano se desarrolla la aventura interior del protagonista. Sus vivísimos recuerdos de la inclusa y las entrañadas relaciones amistosas establecidas en el centro forman un tapiz de vivencias sobre el que se proyecta la larga sombra de la culpa anudada al triunfo económico y profesional. El presunto éxito de Pedrito lleva implícito un altísimo precio de cinismo, hipocresía y maldad consciente. La ambición lleva aparejada la destrucción ética del personaje.
La “transición” individual del personaje discurre en paralelo con la Transición política. Reig trasmite un mensaje muy negativo, de radical escepticismo, acerca de la falsedad colectiva en el pasado reciente español. Para morir iguales comparte la misma frustración que comunican los libros de Rafael Chirbes y el claro parentesco de ambos los sitúa a los dos en la cumbre de los más severos y desesperanzados cronistas del posfranquismo. El gran acierto de la novela consiste en subordinar, a la manera galdosiana, el documento del cambio político a una degradación moral privada. Una aleación de crónica, humor, sátira, sentimientos y ternura sirve de afortunado excipiente a una buena novela que hace un vivo retrato de un paradigmático pícaro de nuestro tiempo.