Un hito de la lexicografía española
El “uso” era, para María Moliner, el conjunto de manifestaciones lingüísticas de todo tipo, cultas o populares, sin olvidar los extranjerismos que se han convertido en elementos expresivos eficaces
La llegada en 1966 del Diccionario de uso del español, de María Moliner, supuso una revolución en el panorama lexicográfico. El DUE es hoy uno de los grandes hitos de la lexicografía española junto al Diccionario de la Real Academia Española, al extraordinario Diccionario del español actual, de Manuel Seco, de 1999 (con nueva edición en 2011), acompañados en la lejanía por el Diccionario ideológico de la lengua española de Casares, varado en la edición de 1959.María Moliner planteó su obra como una “herramienta” total —el término es suyo— al servicio de los consultantes. Buscaba no solo que el diccionario ofreciera el significado de las palabras que se desconocen, sino también proporcionar una guía en el uso del español. Junto a las definiciones, introdujo innumerables anotaciones fonéticas, morfológicas y sintácticas y un completo sistema de sinónimos y listas de palabras y expresiones de sentido afín o relacionado con el de la voz buscada, que denominó “catálogos”, para llegar al término deseado. Esta idea ya la introdujo Julio Casares en su diccionario, en un cuerpo separado llamado “parte ideológica”, pero Moliner incorporó los catálogos a cada una de las entradas.
María Moliner planteó su obra como una “herramienta” total —el término es suyo— al servicio de los consultantes. Buscaba no solo que el diccionario ofreciera el significado de las palabras que se desconocen, sino también proporcionar una guía en el uso del españolDentro de la concisión propia del texto lexicográfico, las definiciones del Moliner siempre son más amplias y descriptivas que las del resto de los diccionarios de su clase; ricas en detalles e imágenes y redactadas en un lenguaje que las hace más próximas a la experiencia del hablante. Moliner introdujo un elemento esencial que la lexicografía ya no ha podido abandonar: la preeminencia del uso real frente a la norma. Este “uso” es, para la autora, el conjunto de manifestaciones lingüísticas de todo tipo, desde el registro culto al popular, sin olvidar los extranjerismos que se han convertido en elementos expresivos eficaces en nuestro idioma.Otra novedad del DUE fue la utilización del orden alfabético internacional, según el cual los dígrafos ch y ll se ordenan como si fueran c más h y l más l, sin considerarse letras propias. Este sistema lo adoptó la RAE en la edición de 2001, y hoy se emplea en todas las obras de referencia.
Tras la aparición de la primera edición en 1966 (el primer tomo) y 1967 (el segundo) se han realizado tres ediciones más: 1998, 2007 y 2016, esta última en el cincuentenario de la primera edición. En la de 1998 se introdujeron las enmiendas y novedades que Moliner preparó tras la salida de la primera [hasta su fallecimiento en 1981] y se introdujeron los nuevos métodos de trabajo editorial que facilitaban las herramientas informáticas. Se produjo, además, un incremento de la nomenclatura en más de un diez por ciento y se prescindió de la ordenación por familias, un importante escollo en la consulta.
En la edición de 2007 quizás el rasgo más característico sea el uso sistemático de los corpus informatizados y otros recursos de la Red en la búsqueda textual. Estos instrumentos suponen un cambio cualitativo y otorgan a los diccionarios un rigor sin precedentes. En la de 2016 el corpus del diccionario está constituido por más de 92.700 entradas, uno de los mayores de la lexicografía monolingüe del español.
Vivimos un periodo convulso en el mundo de los diccionarios tradicionales. En un contexto en el que se han diversificado las fuentes y los hábitos de consulta, por la inmediatez que posibilita Internet, el DUE debe seguir adaptándose a la realidad de los productos culturales que, más allá de sus valores intrínsecos, dependen para su supervivencia de su difusión.