El compost de las artes
Teoría general de la basura
Agustín Fernández Mallo
Galaxia Gutenberg
458 páginas | 23,50 euros
Cuenta Agustín Fernández Mallo hablando de este nuevo libro —manifiesto artístico, teoría científica, cartografía de su propia personalidad creativa— que eligió la portada del mismo (la reproducción del cuadro La canasta de rosas del pintor francés del XIX Henri de Fantin-Latour que tuneó para hacer la portada del disco de New Order, Power, corruption and Lies, el diseñador británico Peter Saville) porque fue en esa imagen donde él tomó conciencia por vez primera de la existencia de un trozo de basura en algo que formaba parte de Lo Artístico. En efecto, mientras Mallo devoraba la estética de las canciones de su grupo favorito advirtió que éste usaba una imagen pretérita aliñada con una tira de las pruebas de cuatricomía que usaban como referente fotógrafos e impresores para evitar desviaciones cromáticas. El uso de un detritus periférico es la magdalena de la que tira este escritor, poeta y científico de difícil clasificación, para construir una obra que pretende explicar cómo evoluciona la cultura de una civilización o generación a otra para ocupar su lugar, sustentándose en lo que las generaciones anteriores han tomado como errores o imperfecciones. Si el blues puede considerarse como la canonización de un dolor de supervivencia al llevarlo a su ámbito más íntimo y vivencial, una vez pasa de convertirse de mantra para soportar la esclavitud a relato biográfico del superviviente, el rock&roll se transforma en el momento en el que un blanco de Memphis no esclavo, pero sí de clase obrera, decide aumentar su frecuencia e incorporar el baile del cuerpo, en una exaltación de la sexualidad por la que sus pioneros anteriores fueron tan deseados como castigados.
Lo más hermoso de este fascinante y complejo ensayo —complejo por su mecánica arborescente llena de meandros e ideas que se interrelacionan— es que es una invitación al arte de especular sobre la vitalidad de lo que suele analizarse como objeto muerto. Su capacidad a la hora de estructurar tesis rivaliza con su habilidad para generar ejemplos y metáforas.
Fernández Mallo es el mejor ejemplo que tenemos en España de un humanista dieciochesco hábil tanto para la poética como para la rigurosa estructuración científica, pero tamizado por la ironía posmoderna, a pesar de que la realidad del siglo XXI se empeñe en recordarnos que es difícil usar la ironía sin leer la letra pequeña de sus efectos secundarios. Este libro puede —y debería— ser devorado con deleite, pues cada página y capítulo ofrece una nueva idea: la principal, Teoría de la Realidad Compleja, que da aliento al ensayo, otra teoría del tiempo topológico —tiempo de la Red— y no cronológico; la redefinición constante de los parámetros que rigen a las llamadas alta y baja cultura; grandes y constantes ejemplos de crítica cultural o teoría literaria y estética comparativa, donde tan pronto confronta un filme de Godard con otro de Lynch para ilustrar cuándo un fragmento de una obra de arte puede actuar a manera de holograma; cómo los museos han pasado a convertirse casi en los únicos espacios donde una construcción artística del pasado no puede seguir siendo intervenida tras haber escarmentado en Duchamp de cabeza ajena; la difusa —y ficticia— línea entre la realidad y lo ficcionado; los exiliados y los nómadas…
Un libro que comienza con la voz de Walt Withman, con la primera grabación que existe de su voz realizada a finales del siglo XIX y que ya nos plantea que la percepción contemporánea del tiempo a través de sus registros, fragmentos y desechos culturales es la de un presente continuo. Es un libro que pone lo poético en primer plano. Y en él, ideas, metáforas, autores, teorías y hasta formulaciones físicas aparecen entremezcladas en un festín de la inteligencia y del placer del discurso donde un axioma queda claro: ten cuidado a lo que llamas basura hoy porque mañana puede ser el urinario que alumbre la sala vigilada con cámaras de un museo.