En las entrañas de “La Cosa”
Como si todo hubiera pasado
Iban Zaldua
Galaxia Gutemberg
260 páginas | 19,90 euros
De 1999 a 2018, Iban Zaldua se arrancó del alma 42 historias sobre el conflicto vasco. Esa es la etiqueta oficial. La denominación de origen, el envoltorio externo con el que se oculta una realidad compleja y ardua. “La Cosa”: así llaman Zaldua y sus amigos a la misma olla hirviendo donde se cuecen ingredientes de todo tipo y rendición. Sin jirones de épica, sin restos arrogantes de naufragios, sin paños calientes y con sudores fríos. Hasta ahora, los relatos de Zaldua los conocían quienes podían leerlos en euskera. Bienvenida sea su irrupción en el mural literario español para añadir importantes piezas al puzzle que Fernando Aramburu empezó a distribuir en Patria. No busquemos comparaciones ociosas y odiosas. Ambos libros se complementan pero no se necesitan para completarse: las miradas de los dos autores viajan por caminos distintos en formas y fondos. No comparten derroteros aunque sí cruzan derrotas.
Zaldua entra de lleno en sus historias y con ellas escribe la gran Historia a partir del ensamblado cotidiano. El trasfondo evoca grandes titulares, llamativas aperturas de telediarios: las treguas estratégicas de la banda terrorista ETA, los asesinatos tácticos que ponían los corazones en un puño. La prosa de Zaldua desgarra esas portadas, abre en canal esas pantallas y separa los labios de la herida para hurgar en ella sin vendas ni desinfectante, implacable en su exposición de los hechos que marcan y explican una sociedad. Un universo tan complejo como el vasco, y más en los años del ruido y la furia, no necesita subrayado ni signos de exclamación. Como mucho, grandes interrogantes que sobrevuelan la memoria aturdida y sobrecogida de unas calles invadidas por el humo y las llamas, recorridas por manifestantes y contra manifestantes, la kale borroka como plan nuestro de cada día, atentados, mentiras, mentiras y mentiras de unos y otros, y nombres cautivos de la actualidad pretérita como Lasa y Zabala. Todo ensombrecido por el diálogo escondido de la autocensura normal y doliente. Eso no se toca: la política en estado de erupción, la violencia que se respira en las esquinas mientras sigue la vida con mayúsculas de quienes afrontan día a día las minúsculas rutinas. Discusiones eternas, saludos esquivados. Militancias abandonadas. Células durmientes y pesadillas insomnes. Itinerarios recuperados. O charlas de música que preceden a una ejecución ordenada (el escalofriante cuento “El plazo”).
No se es más elocuente por dar puntadas explícitas a la hora de coser y cantar la realidad sin maniqueísmos ni reajustes de cuentas. De ahí la importancia que cobra el añadido a su ensamblaje narrativo de los últimos tiempos de “La Cosa” vasca, cuando ETA es sombra y la sociedad debe encarar sus episodios más amargos. Y ahí Zaldua elige la vía más difícil y valiente: tomarse esa nueva situación con humor disolvente. O, si lo prefieren, con desinfectante ironía.
Con ser importante, el valor sociológico e histórico de estos relatos como ventanas abiertas a una parte sangrante de nuestra Historia no es lo más admirable de este volumen de relatos sin fisuras en los que la variedad de los puntos de vista (casi siempre en primera persona, pero también con alguna tercera de colmillos bien afilados) permite conocer a fondo a los personajes sin que se excluya ninguna opción. Una madre que escribe cartas a su hijo preso, un ertzaina infiltrado, un etarra… El reparto de Como si todo hubiera pasado es amplio, es preciso, es informativo. Porque los cuentos de Zaldua tienen algo de piezas periodísticas abordadas con herramientas de ficción pero utilizando materiales de la realidad que se grabó a sangre y fuego en nuestra memoria. Como leemos el final de un cuento breve y premonitorio, este libro de oscuridad amortajada nos explica bien a las claras cuál es el mundo en el que vivimos.