La Fundación “la Caixa” destina 400 millones a la investigación y la formación de excelencia
Entregadas 75 ayudas a la investigación e innovación punteras
de gran impacto social
Isidro Fainé, presidente de la Fundación Bancaria ”la Caixa”; Jaume Giró, director general de la Fundación Bancaria ”la Caixa”; Javier Solana, miembro del Patronato y del Consejo Asesor de Expertos en Investigación de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, y Manuel Heitor, ministro de Ciencia, Tecnología y Enseñanza Superior del Gobierno de la República de Portugal, han entregado las ayudas a los 75 investigadores nacionales e internacionales que trabajan en las mejores universidades y centros de investigación de España y Portugal.
‘Questions for the future’ es el lema que centra el conjunto de los 75 proyectos, en los que se formulan preguntas como estas: ¿Podemos crear materiales nuevos con propiedades espectaculares? ¿El hígado podría revelar el talón de Aquiles de la malaria? ¿Podemos tratar el cáncer induciendo el envejecimiento celular? Estos son solo tres ejemplos de las investigaciones que se están desarrollando en el marco de las becas de posdoctorado Junior Leader ”la Caixa”, de la convocatoria en proyectos de investigación en biomedicina y salud y del programa CaixaImpulse. Todas ellas forman parte de un proyecto global de la entidad basado en tres pilares: la formación de excelencia, capacitando a las generaciones futuras y promoviendo el talento; la investigación en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, y la traslación de la investigación del laboratorio a la empresa, aportando soluciones para los ciudadanos.
El Plan Estratégico 2016-2019 de la Fundación Bancaria ”la Caixa” incluye la inversión en investigación como una prioridad. El pasado año la entidad ha destinado 70 millones de euros al conocimiento, la investigación y la innovación, y tiene previsto aumentar esta cifra hasta 90 millones de euros en 2019. Semejante inversión convierte a la institución en la primera entidad filantrópica de investigación de España y Portugal, y en una de las primeras de Europa. Con un objetivo muy claro: “Crear un ecosistema en el que capacitemos a los mejores talentos investigadores nacionales e internacionales; en el que aceleremos la investigación de excelencia de los mejores proyectos en biomedicina y salud, y en el que posibilitemos la traslación de la investigación del laboratorio a la ciudadanía”, según comentó Isidro Fainé. El compromiso con la investigación tiene más de treinta años, cuando inició el Programa de Becas ”la Caixa”. Desde entonces, la entidad ha destinado cerca de 400 millones de euros a la formación de excelencia, la investigación y la innovación.
- Becas de posdoctorado Junior Leader ”la Caixa”. De las 30 becas otorgadas, 20 servirán para atraer talento internacional a los centros Severo Ochoa o María de Maeztu, y las otras 10 tienen como objetivo retener talento para investigar en cualquier universidad o centro español.
- Convocatoria de proyectos de investigación en biomedicina y salud. La Fundación Bancaria ”la Caixa” ha seleccionado 25 iniciativas de investigación en biomedicina y salud de excelencia científica y con un gran valor potencial e impacto social, ya sea en investigación básica, clínica o traslacional.
- Programa CaixaImpulse. Este año, se han concedido 20 ayudas promovidas por la Obra Social ”la Caixa” y Caixa Capital Risc, con la colaboración de EIT Health, dirigidas a centros de investigación, universidades y hospitales, sin ánimo de lucro, de España o de Portugal, que estén trabajando en un proyecto innovador del ámbito de la biotecnología o las ciencias de la vida.
Estos 75 proyectos se plantean las preguntas adecuadas para conseguir un futuro mejor para la sociedad. En este sentido, Isidro Fainé ha recordado la cita de Albert Einstein: “La formulación de un problema es más importante que su solución”. Es decir, el verdadero paso adelante se da al formular la pregunta clave, y no tanto al hallar la respuesta. Más información en: http://www.lacaixa.es/obrasocial.
El método del rotulador rojo
No podemos enseñar a nadie a tener imaginación ni a ser un genio de las letras, pero sí podemos enseñar las herramientas técnicas y a construir bien una historia
EDUARDO JORDÁ
John Barth, que dio clases durante 22 años en los talleres de escritura de la Universidad Johns Hopkins, decía que la escritura se podía enseñar; lo que no se podía enseñar era cómo llegar a ser un genio de las letras. Que conste que también hay opiniones que lo ponen en duda. La novelista Kay Boyle decía que todos los programas de escritura creativa deberían ser prohibidos por la ley (bajo la acusación, suponemos, de fraude y de engaño al consumidor). Pero convendría decir que Kay Boyle dio clases de escritura creativa durante 16 años. Y el mismo David Foster Wallace, que se burló de los talleres de escritura, había asistido al de la Universidad de Arizona y fue hasta su muerte profesor de Escritura Creativa en Pomona College.
A mí, por ejemplo, me convence oír que Flannery O’Connor estudió dos años en el famoso Taller de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa y allí se licenció en 1947. O que John Cheever diera clases en ese mismo taller, en el otoño de 1973, y a pesar de que solía estar casi todo el tiempo borracho —su compañero de borracheras era Raymond Carver, nada menos, que también daba clases en el taller—, sus alumnos lo recuerdan como un profesor entregado que corregía minuciosamente los textos de los estudiantes con un rotulador rojo. Uno de los ejercicios que pedía a sus alumnos era describir un incendio en la última planta de un rascacielos.
Como es evidente —lo decía Gonzalo Torné en un artículo publicado en Ctxt— se puede enseñar la técnica narrativa, pero no la imaginación que debe guiar esa técnica, y lo que valoramos en cualquier texto de creación es la imaginación, no la técnica. Una buena historia resiste incluso una pésima técnica. En cambio, una buena técnica —una aceptable pericia narrativa, podríamos decir— jamás podrá salvar una historia que carezca de interés. En eso estamos todos de acuerdo. Se puede enseñar la técnica, pero nadie puede enseñar imaginación, ni mucho menos a ser un genio de las letras.
Digo esto porque este curso iniciamos en la Universidad Internacional de Valencia un programa de escritura creativa online. En España no abundan los programas universitarios de Escritura Creativa. En este sentido, vamos muy atrasados con respecto a Estados Unidos, donde la Escritura Creativa es una carrera universitaria por sí misma. Aquí, en cambio, estamos obligados a estudiar Filología o Historia de la Literatura o Periodismo, que son cosas muy distintas. Por eso mismo, es frecuente que un filólogo o un historiador de la literatura salga de la Facultad sin haber aprendido a redactar un texto con un mínimo de elegancia narrativa, o al menos con una cierta capacidad de suscitar placer estético en el lector. Por desgracia, la plúmbea prosa académica sigue guiando muchas disciplinas. Y todo se debe a que nadie suele enseñar la técnica que permite contar bien una historia.
Y eso es lo que vamos a hacer en el Curso de Experto en Escritura, Estilo y Creatividad. Repito que no podemos enseñar a nadie a tener imaginación ni el don especial de ver las cosas como nadie más las ha visto nunca. Pero sí podemos enseñar otras cosas mucho más humildes e igual de necesarias: a construir bien una historia, a seleccionar bien los elementos que la componen o a desarrollar la creatividad que ni siquiera sabíamos que poseíamos. No vamos a pedirle a nadie que describa un incendio en un rascacielos, pero vamos a conseguir que cualquiera se plantee que puede llegar a hacerlo. Nuestro método es el método de John Cheever: un texto repleto de correcciones con rotulador rojo. Anímense a probarlo.