Radiografía de un país descompuesto
La hija de la española
Karina Sainz Borgo
Lumen
200 páginas | 17,95 euros
La combinación exacta para que una obra, antes de su publicación, se convierta en un fenómeno editorial es un auténtico misterio. Si además este texto es el debut literario de una mujer joven de la que apenas nadie sabía nada, el enigma crece. Todo esto ha sucedido con La hija de la española, la primera novela de la periodista Karina Sainz Borgo, publicada por Lumen y vendida antes de su publicación a 22 países, conquistando algo que ninguna otra novela en nuestro país había logrado.
En este sentido, resulta imposible acercarse a ella sin que el destello de tales números cieguen al lector. Pero conviene hacerlo para dejarse sorprender por ella. Este thriller político —seco y duro como la prosa que lo narra— contiene elementos autobiográficos y engancha desde las primeras páginas. La protagonista es Adelaida, una treinteañera que acaba de perder a su madre, la persona con la que vivió el declive de su país, Venezuela, una nación “depredada”, como escribe la autora.
En medio del caos provocado por un grupo de asaltantes feroces con la Mariscala al frente, Adelaida es violentamente expulsada de su casa y al buscar refugio en el piso de la vecina —a la que todos llaman “la hija de la española”— descubre que esta ha muerto. La única solución para escapar de ese infierno en forma de país es usurpar su identidad. Comienza entonces una narración frenética, con escenas tan descarnadas como la del fruncido de la piel del cráneo de la protagonista por una vecina mientras esta, casi como un mantra religioso, declama: “Viva te coso, viva te coseré”.
La potencia narrativa de Sainz Borgo solo es comparable al manejo preciso y sensual de su escritura que ofrece párrafos que la emparentan con la mejor literatura latinoamericana de las últimas décadas, torrencial y exuberante: “Las chicharras ya ensayaban su estruendo de sequía y la mañana se colaba, boba, como un residuo dominical”. El empleo de localismos venezolanos —abaleado, quincallas, guayabas, golfeados, papelón, apamates, araguaneyes— dotan a su prosa de un poder seductor que embriaga al lector.
La novela está dividida en episodios de corta duración que, ensamblados con absoluta naturalidad, mezclan el momento presente de la Venezuela abismática con aquellos otros años de la infancia de la protagonista en los que Caracas era una ciudad próspera, bella y segura. La hija de la española puede leerse como hija de un tiempo convulso cuyas consecuencias definitivas desconocemos: “(…) el desenlace no lo decide el que teme, sino el que infunde el miedo”. Sin embargo, su vocación es la de una trascendencia temporal y espacial: Adelaida es una mujer que intenta escapar de una situación extrema luchando contra prejuicios y estereotipos que hunden sus raíces en la misma génesis del conflicto. Una novela intensa y poderosa de una escritora sólida.