Radicalidad de una poética
Ha pasado mucho tiempo desde aquellas primeras lecturas y desde que conocí en Miami a Ida Vitale, junto a su marido, el poeta y profesor Enrique Fierro, y puedo decir que cada vez que acudo a sus textos o me reencuentro con ella siento una conmoción regeneradora, en el sentido de que su lengua trasciende su expresión. Me refiero a su propia lengua, aquella que utiliza más allá de la norma y la dicción al uso, rebelándose contra el canon impuesto por la vulgaridad, pero sin ruidos ni afán de originalidad, sino desde el convencimiento de que solo por medio de la transmutación del lenguaje se puede llegar al centro de la conciencia, y desde allí iniciar un despertar distinto ante la realidad, algo muy grato en estos tiempos, donde el menor esfuerzo cognitivo, ya sea de carácter sensible o intelectual, está eclipsado por recetas sentimentaloides en pro de la fácil y sencilla comunicación multitudinaria, como en los culebrones televisivos.
Ida Vitale es una escritora que ayuda a vivir en rebeldía porque transmite desobediencia y disconformidad, no solo con un orden heredado, sino con una sintaxis oxidada que refuerza ese propio ordenamiento. De ahí su radical pensamientoEl mundo de Vitale se sustenta en la palabra y en el uso que hace de ella para reflejar la realidad, darle forma y llevarla a las más altas y a veces irreversibles consecuencias, pues quien se siente seducido solo una vez por la radicalidad de su propuesta poética es difícil que se decida a abandonarla y volver a otras soluciones más tradicionales y discursivas. Es decir, el planteamiento estético de Vitale no obedece a modas ni tendencias, sino a la necesidad de generar un espacio moral, donde la ética, además de conllevar un inevitable compromiso con el otro, inicie un proceso de asimilación del mundo y la naturaleza.Uno de sus grandes aciertos es saber adaptar los grandes conceptos abstractos a la medida humana. Quizás por eso, su mejor entrega, desde mi punto de vista, se titule Reducción del infinito. Yo diría que hay más de síntesis que de reducción, pues no se trata de mermar la infinitud, sino de ofrecernos su esencia y evocarnos lo desconocido: “Alaba lo que no conoces / por tu esperanza / y aún por tu mirada de hoy…”. Esa es su máxima, buscar aquello que no vemos a causa de nuestra variable capacidad de esperar o a través de una mirada aún opaca, contemplar a corta distancia su grandeza y saber que todo lo inabarcable puede concentrarse en una mota de polvo y un instante suspendido que, a su vez, se convierten en objeto del escrito y en analogía de nuestros propios pasos.
Ida Vitale es una escritora que ayuda a vivir en rebeldía porque transmite desobediencia y disconformidad, no solo con un orden heredado, sino con una sintaxis oxidada que refuerza ese propio ordenamiento. De ahí su radical pensamiento.