Adiós al purgatorio
Una vida subterránea
Diario 1991-1994
Laura Freixas
Errata Naturae
320 páginas | 19 euros
He aquí el relato de un naufragio, pero contado por un náufrago a salvo en su orilla. O lo que es lo mismo, la crónica de un fracaso visto desde la atalaya del éxito, la que soñó Laura Freixas en los primeros años noventa del siglo pasado, cuando se disponía a mudarse de París a Madrid y ansiaba convertirse en escritora, después de haber desempeñado varios oficios dentro del ámbito literario: agente, traductora, editora de la recordada colección El espejo de tinta de Grijalbo. Veinte años después de haberlos escrito, la autora barcelonesa se ha decidido a publicar este diario convenientemente expurgados de detalles privados, y con muchos nombres omitidos o más o menos disimulados, aunque sea fácil identificar a algunos como Mempo Giardinelli, Javier García Sánchez o Cristina Peri Rossi. En todo caso, no satisfarán estos textos a los lectores ávidos de chascarrillos y maledicencias, pues el eje de narración de los diarios no es tanto la turbia República de las Letras como el camino de realización personal que se propone Freixas, primero como escritora y, andando el tiempo, como madre.
Ese camino está, claro, sembrado de dudas y temores. La autora se pregunta “si soy capaz —durante cuánto tiempo, hasta qué punto— de seguir trabajando sin reconocimiento, sin feedback, sin saber si tanto esfuerzo me servirá para algo”. Y en esa soledad vertiginosa, se responde a sí misma más adelante: “El placer de escribir es ocasional, no me basta. Comprendo a mi padre cuando dice que no se trata del éxito o del dinero, sino de que haya alguien al otro lado del hilo”. Luego está la lucha con los propios complejos, desde los que suscita su condición de mujer —“para mí femenino significa cobarde, egoísta, pasivo, insignificante y melancólico”— hasta la sensación de pequeñez que le aplasta en un acto organizado por Alfaguara en la Casa de América. “¡Oh, esa horrible sensación de no ser nadie, de escurrir el bulto, de no poder exhibir una identidad ni pasearme con la cabeza muy alta! Cómo estoy deseando que acabe este purgatorio: recobrar una dignidad; publicar la novela, cambiar de trabajo, estar vistosamente embarazada…”. Entre lecturas prácticas —“Me alegra estar al día, conocer la obra de mis contemporáneos; supongo que estoy preparándome para ser uno de ellos”—, sesiones de psicoanalista, sanas envidias y otras más urticantes, avances en la ópera prima, gestaciones y crianzas placenteras, búsqueda de piso y de editor, Laura Freixas va dejando atrás el purgatorio y encaminándose hacia ese espacio deseado donde la crítica le hizo caso, los premios literarios respaldaron su esfuerzo y los foros académicos le dieron voz. Si todo aquello era tal y como lo había imaginado, o si por el contrario era un espejismo llamado a disolverse al contacto con sus dedos, es algo que tal vez averigüemos en una segunda entrega.