Poética del atomismo
El giro. De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno
Stephen Greenblatt
Crítica
328 páginas | 24,60 euros
Los historiadores no estudian el pasado desinteresadamente. Antes al contrario, cuando se ocupan de lo pretérito, se sienten implicados. No hay distancia posible; hay un trecho cortísimo, unos pocos siglos que completar rápidamente. Con ello, los investigadores exploran su propia sociedad, contrastan sus hábitos, normas y valores. Eso no significa que haya identidad entre lo lejano y lo reciente. Quiere decir que en el presente adivinan las raíces de lo pasado, que con los restos de hoy pueden rehacer el tortuoso camino de lo antiguo.
Stephen Greenblatt es un acreditado académico, un especialista en William Shakespeare. Es representante de lo que se ha llamado Nuevo Historicismo. En los estudios culturales, tal cosa es una vuelta a la historia, a la circunstancia de los textos. Quien profesa dicha corriente examina las obras en contexto, según las condiciones de producción y los efectos que se siguen. Quien así analiza pone la cultura en sazón, como producto accidental. No se trata de rebajar el genio que la materializa, sino de observar la autoría en su trama.
Greenblatt ha escrito El giro. Lo dedica al redescubrimiento renacentista de una obra antigua, el poema De rerum natura, de Tito Lucrecio Caro. A comienzos del siglo XV, Poggio Bracciolini exhuma un texto olvidado, un manuscrito de Lucrecio hallado en la biblioteca de una abadía alemana. Poggio es un humanista italiano, un funcionario papal, un individuo que con astucia hace carrera con varios pontífices y que, a la vez, se interesa por la Antigüedad clásica. Bracciolini no es un estudioso exactamente; tampoco es un osado erudito. Es, sin más, un entusiasta y un experto a quien apasionan los manuscritos remotos. Greenblatt reconstruye este episodio, un acontecimiento supuestamente menor de la historia cultural europea. Los hechos que parecen irrelevantes dicen mucho de la época, de la circunstancia. Un acto marginal está siempre enmarcado por normas y valores que lo regulan. Los sucesos minúsculos debidamente contextualizados revelan mucho. Los individuos hacemos, pensamos, nos justificamos. La historia es la disciplina que trata de captar en el pasado lo que los sujetos hacían y decían que hacían: los motivos que se daban o proclamaban. O en otros términos: el historiador debe distinguir las contradicciones que hay entre lo que pretendían los antepasados y lo que finalmente hacían, entre lo que sostenían y lo que a la postre realizaban. Llamamos comprensión a ese ejercicio histórico.
Pero la historia no sirve solo para averiguar qué pensaban o hacían los antepasados. También sirve para examinar lo que las personas o los grupos no sabían. A eso lo llamamos explicación. No basta con mostrar lo que los sujetos veían. Hay que descubrir lo que ignoraban. Los individuos no conocen bien el contexto histórico de sus actividades, los factores que influyen; tampoco saben cuál será la consecuencia de sus empresas. Ambas metas son las que se propone Greenblatt. Por un lado, entender a Poggio Bracciolini cuando lee De rerum natura: la biblia del epicureísmo, del atomismo, del ateísmo. Por otro, rastrear, averiguar, confirmar las consecuencias de dicho hallazgo. Los efectos son trascendentales, inmensos. Gracias a Poggio leemos a Lucrecio. Gracias a Greenblatt, disfrutamos de una pesquisa y de sus conjeturas materialistas: las propias del mundo moderno.