Las aventuras del bailarín mundano
El tango de la Guardia Vieja
Arturo Pérez Reverte
Alfaguara
504 páginas | 21 euros
Reencuentros que ponen en la mesa muchas facturas sin cobrar, recuerdos atropellados por el tiempo desbocado. En el baile cada cual pone lo que tiene, delicadeza o bellaquería. Como en la vida. Los arrabales de la nostalgia son peligrosos: invitan a dar pasos en falso. “Hay hombres que tienen cosas en la mirada y en la sonrisa. Hombres que llevan una maleta invisible, cargada de cosas densas”. “Un hombre debe saber cuándo se acerca el momento de dejar el tabaco, el alcohol o la vida”. Y cuándo debe aceptar una misión que es un desafío y una condena. El mundo es un tablero de ajedrez maldito de piezas corrompidas donde un espía que cobre el salario del miedo es más fiable que un vigilante de ideales. Al fondo, “ese lugar triste, rencoroso y con olor a sacristía, gobernado por estraperlistas y gentuza mediocre”. O esas atmósferas de lujo y demolición. O los buenos aires de malos presagios. “Nunca me gustaron las guerras. Los tipos como yo suelen perderlas”. Es una confesión de un héroe vencido pero no desalmado, digna de Casablanca: otra historia de reencuentros marchitos.
Con disimulo, el autor revela su estrategia narrativa: “Un jugador es su historial. Sus partidas y análisis. Detrás de cada movimiento en el tablero hay cientos de horas de estudio, innumerables aperturas, jugadas y variantes, fruto de trabajo de equipo o en solitario. Un gran maestro conoce de memoria miles de cosas: jugadas de sus predecesores, partidas de sus adversarios…” Sirve para el ajedrez, sirve para construir una novela.
La historia se repite: un nuevo desafío para quien vive de su sable y su caballo y que prefiere la indiferencia al valor. Una certeza pone del revés la trama. La vieja vida en guardia. Carambolas del destino. Las moscas ganan batallas y la desolación suspira por sus víctimas: “Una especie de lamento húmedo, íntimo, por el recuerdo de cuanto fue y ya no es. Por la tibieza y la carne ahora imposibles”.