Génesis del lenguaje
Alma Venus
Pere Gimferrer
Seix Barral
100 páginas | 16,50 euros
Pere Gimferrer regresa a su linaje medular, a la escritura como encarnación de la totalidad creativa. Una totalidad que abarca dos vertientes: el lenguaje como generador de la propia existencia y la luz fecundante del amor. Alma Venus, su hasta el momento última entrega, es el corolario natural de un impulso unitario: levantar una nueva etapa en su poesía castellana que estaría integrada por Amor en vilo (2006, acompañado de Interludio azul, sustancia reveladora de su equivalencia en prosa), Tornado (2008) y Rapsodia (2011). Ya en Amor en vilo, la fuerza amatoria aparecía como génesis del lenguaje y del mundo. En los libros siguientes, iría ahondando Pere Gimferrer en su visión del poema como generador de la realidad que aparentemente la sustenta, de manera que el lenguaje acaba siendo el que descubre a la vida, y no al revés. El empeño, tan alejado de las propuestas estéticas de planicie realista —lo que no quiere decir que el realismo solo pueda ser plano—, es muy ambicioso: sacar de la materia poética su mayor expresión, esculpida a golpe de palabras, de música y de ritmo, en su escultura verbal.
El abanico referencial de Alma Venus no difiere demasiado de las entregas anteriores en esta etapa: su escritura es un gran alambique abarcador que extrae de cualquier elemento líquido o sólido, literario o pictórico o cinematográfico, viajero o cotidiano, histórico o político, carnal o urbano, otra carga poética, que luego ocupará su peso y su lugar, su matiz y su timbre. Todos los elementos que orbitan en la poesía de Gimferrer forman parte de su propio sistema solar y, apareciendo con sus nombres conocidos, dejarán de ser ellos para revelarse en nuevos planos significativos: un pasadizo, un guiño o una cita que es libro de citas en la totalidad biológica del texto.
La salpicadura de los nombres, de Homero a Juan Ramón, de Wallace Stevens al caso Palma Arena y su “alfeñique de pupila azul”, son destellos corales que participan de una realidad originada a partir del poema. El deseo, Marx, Nicholas Ray, Ava Gardner, Fu Manchú o Karl Lagerfeld. Y por supuesto Cuca de Cominges, auténtica Alma Venus de toda esta etapa en español. Aunque afirma que “y más que nunca, el verso, insurrección”, Pere Gimferrer ha sido siempre un revolucionario del lenguaje.
Alma Venus se puede analizar desde lo concreto a lo absoluto, y también al revés; pero siempre estaremos llegando a una misma esencia por caminos distintos. Cada verso se cincela con un trazo sonoro de escultor de palabras y puede ser leído como un poema revelado en sí mismo; aunque al mismo tiempo, cada verso y cada uno de los veinticuatro fragmentos que integran el libro —dividido, a su vez, en dos partes, de títulos suficientemente explicativos: “Alma Venus” y “Los sentidos en paz con la memoria”— nos conducirán a una verdad mucho más orgánica que el pleno goce versal.
Desde la oscuridad previa al mismo silencio engendrador de cualquier sonoridad, su aparición nos irá conduciendo a la luminosidad del lenguaje. El recuerdo diáfano, el alba y el crepúsculo o el deslumbramiento del encalador —con ese blanco lúcido de nuestra cal poética—, nos convencerán de que “de mar a mar la vida iguala al mito”, como también la muerte está en la vida. “Vivir es esto: al filo del poema”, o la poesía como salvación, como generación de una verdad anterior a nosotros. En Amor Venus Góngora se sigue reescribiendo a sí mismo. O como dice Gimferrer: “Si el tema de este texto es el lenguaje, el poema no puede terminar”.