Una vida improbable
Las identidades
Felipe Benítez Reyes
Visor
114 páginas | 20 euros
Desde el comienzo de su trayectoria en 1982, cuando nos sorprendió con su Paraíso manuscrito, Felipe Benítez Reyes ha sido fiel a varios de sus principios poéticos: mirada contemplativa, reflexión, preocupación por el paso del tiempo, la inconstancia del amor o la construcción de las distintas identidades poéticas. Es cierto que en sus primeros libros primaba quizá un tono más sensual y más culturalista, propio de la época y de las afinidades de entonces, tono que en la edad madura fue afilándose hacia una poesía de mayor sequedad y de mayores preocupaciones éticas y vitales.
Este segundo libro publicado tras la también doble recopilación de sus “obras completas”, supone una verdadera síntesis de los rasgos definitorios de la poesía más característica del autor gaditano. Dividido en tres partes, Benítez Reyes ensaya en él una estructura utilizada ya en algún otro de sus poemarios: un primer movimiento fortissimo, “Los protocolos inversos”, en el que incluye algunos de los poemas mejores del libro y los más duros, como una pretendida llamada de atención; un segundo movimiento andante entre motivos culturalistas, viajes, recuerdos, visitas a museos o a ciudades, que actúa como remanso, como descanso de la melodía central que no es otra que la que se repite en un final, “Entre sombras y bosquejos”, no más apoteósico que el movimiento inicial, pero sí resumen y conclusión de los motivos recurrentes que se aparecen a lo largo del texto. Si su anterior libro, La misma luna, finalizaba con una afirmación vitalista (“Suena dentro de ti / la melodía esférica del mundo. // Cántala”), este comienza afirmando un tono bien distinto: “Que el nuevo amanecer no te sorprenda / ni huido ni de vuelta a lo que eres”. Hay en este nuevo libro de Benítez Reyes una clara vocación de inventario, cuando en el transcurso de su composición el autor se acerca a la cincuentena y no parece sentirse muy reconciliado ni con su presente ni con su pasado. Poemas extraordinarios, como la recién citada “Inacción de gracias”, “Casa en el sueño”, “La hipótesis del olvido”, “Estampa de interior”, una maravillosa poética ecfrástica (“este vaso con rosas que se rinden / ante el peso púrpureo de sus pétalos muertos, / porque tanto color no es de este mundo”) o el genial “La lección inexplicable”, nos dan buena muestra de un personaje poético inseguro y con cierta sensación de fracaso: “pesa más quien no fuiste en lo que eres / —tu leyenda de ti, tu nada propia— / que el balance de todo tu vivir”.
A través de una serie de “oraciones laicas”, que buscan un consuelo inalcanzable ante la proximidad de la muerte íntima y familiar, a través de reflexiones éticas y sociales sobre la crisis económica, la tragedia de la inmigración, la denuncia de la usura o de la monarquía, como telones de fondo, utilizando los juegos paradojales borgianos tan queridos por el autor roteño o las imágenes recurrentes del circo y los prestidigitadores, Benítez Reyes se pregunta por su propia identidad y la de su vida en un tono que en la tercera parte del libro se manifiesta con una sequedad inédita hasta ahora en su trayectoria y que constituye, sin duda, una interesante novedad: “Del mundo ha de quedarte tan solo una leyenda… / Tú roza el espejismo y sigue huyendo”.
Extraordinaria lucidez y madurez la de un poeta que, sin duda, representa lo mejor de nuestra poesía presente y lo más valiente y prometedor de lo que será nuestra poesía futura. Un libro que nos devuelve el gran aliento de la verdadera poesía.