Amor y western
Johnny Guitar
Roy Chanslor
Ilus. Carmen García Iglesias
Trad. Susana Carral
Prólogo de Antonio Lafarque
Reino de Cordelia
368 páginas | 28,95 euros
Una de las más potentes entre las modernas mitologías —el mito se recrea continuamente en sus vinculaciones conceptuales con la eternidad— es, sin duda, la del western, que ha conseguido instalarse en las mentes del ser humano de nuestros días con la misma intensidad con que los mitos griegos lo hicieron en su día entre los ciudadanos de la Hélade clásica. Hemos nacido —y seguimos naciendo— marcados por el signo de un cine que ha buscado desde sus orígenes su razón de ser en cuatro o cinco temas predominantes, entre ellos, la mitología del Far West, esa empresa colectiva en pos de la conquista y colonización de un inmenso territorio que tuvo como resultado la creación del mayor imperio universal de la era contemporánea: los Estados Unidos de América. Detrás de esos miles de películas que configuran y glosan el espacio mitológico del western hay una literatura ad hoc mucho menos conocida que esas películas, pero tan mítica y memorable como ellas. Tanto es así que existe toda una colección, coordinada por Alfredo Lara López e instalada en el catálogo de Valdemar Ediciones, que se dedica con exclusividad al rescate de las grandes obras literarias que fueron utilizadas por los grandes cineastas americanos como base argumental para contar en imágenes sus historias del Oeste.
Ahora es el benemérito sello editorial de Reino de Cordelia el que nos ofrece el texto que subyace a uno de los westerns más justamente célebres del séptimo arte, ni más ni menos que Johnny Guitar, la inolvidable cinta estrenada en 1954, dirigida por Nicholas Ray y protagonizada por Joan Crawford y Sterling Hayden.
El libro va acompañado de un extraordinario prólogo de más de treinta páginas firmado por Antonio Lafarque y titulado “Johnny Guitar, génesis de un mito”, que nos informa con exactitud y en una excelente prosa las vicisitudes que acompañaron la gestación de la novela de Roy Chanslor —un desconocido en nuestros pagos— y del film ulterior de Ray. He leído la novela con esa deliciosa morosidad con que se leen los libros divertidos y apetecibles, con miedo a que se terminara, con la sensación de asistir como invitado de honor a la experiencia inolvidable de penetrar en la vida de unos personajes que el cine había conducido al paraíso de los arquetipos más recordados de la pantalla. Y, siendo diferentes en muchos detalles, no he percibido en mí ninguna disminución de goce en la lectura de la obra de Chanslor respecto del visionado de la admirable película de 1954 (un año tan solo, por cierto, posterior a la aparición de la edición príncipe de su fuente literaria). Algunas de las frases que aparecen en las primeras páginas del libro, estupendamente ilustrado por Carmen García Iglesias —que había colaborado ya en anteriores ocasiones con Reino de Cordelia—, no constan en la novela y sí en la película, pero eso es lo de menos, porque en lo que a loci memorabiles se refiere ambas andan sobradas de pasajes dignos de recuerdo.
Esta edición de Johnny Guitar no solo lleva las espléndidas ilustraciones de García Iglesias a todo color incluidas en sus páginas, sino una galería de atractivas imágenes que Jesús Egido ha insertado con su acierto habitual para acompañar las páginas del prólogo de Lafarque, que en esta ocasión puede y debe leerse antes de la novela, pues proporciona muchas claves de lectura de la misma y de sus relaciones con la película. Recomiendo tener a mano el DVD del film para, nada más terminar de leer la novela, volver a ver a Crawford y a Hayden en escena, diciéndose esas cosas que los amantes suelen susurrar a la luz de la luna, recién desaparecido el dulce infierno rojo del crepúsculo, cuando nadie los ve y florece su amor entre las sombras inhóspitas, como un fuego fatuo y perecedero emergiendo de una tumba —una cualquiera— de un cementerio. Porque, además de un western, Johnny Guitar es una novela de amor, y su lectura será tanto más sabrosa cuanto más se disfrute de ese cóctel, atípico en el género.