Cuando la música cuenta la Historia
¿Qué me estás cantando? Memoria de un siglo de canciones
Fidel Moreno
Debate
752 páginas | 24,90 euros
Podría entenderse la revolución de los claveles sin Grândola, vila morena? ¿O el sentimiento de la revolución cubana sin cantar aquello de la entrañable transparencia de tu divina presencia, comandante Che Guevara? Probablemente no. Como no podemos evitar contar nuestra modesta biografía sin asociar un beso adolescente con los labios temblando a aquella canción de Chicago que lamentaba lo que podría pasarte si te dejaban justo en ese momento. Ahora que ya sabemos que el mecanismo más efectivo para rescatar a un enfermo de alzheimer de su letargo profundo es ponerle una lista de canciones de su infancia o adolescencia, artefactos sonoros que estaban llenos de lugares y vibraciones donde uno amó la vida, le toca a la Historiografía 3.0 incorporar la herramienta documental de las canciones a su estudio.
A esa descomunal tarea de contar lo que de veras pasó en España entre la invención de los primeros métodos de grabación y reproducción sonora en el último tercio del siglo xix y el inicio de la transición española tras la muerte del dictador Franco, se ha dedicado el escritor, periodista, editor y músico Fidel Moreno (Sevilla, 1976). Y no solo es descomunal porque le haya costado una década de trabajo y documentación impresa ahora en 752 páginas ma-ra-vi-llos-sa-men-te escritas, sino porque pretender escribir lo que ha ido sucediendo en un siglo de un país a partir de las canciones que se cantaban en los patios, se escuchaban en los discos de pizarra, en las radios, en el temblor del frente o el zulo, en los cines, en las plazas de pueblo, en el televisor Sylvania, en los transistores de Melilla, en el radiocasette o en los primeros estereofónicos es titánica empresa. Pero el resultado bien ha merecido la pena. Moreno, cuyo alter ego ‘El hombre delgado’ ha grabado algún disco que otro, es un hombre que domina las artes del narrar, la ironía, la exactitud del dato y la armonía del lenguaje. Quiere contar su historia personal y le sale una nana que le cantaba su abuela y que habla de viajes en globo en París. Como un Sherlock iluminado busca las trazas de esa canción, imagina, especula con la época en la que pudo ser escrita. Y, a partir de ahí, se ofrece para escribir la historia de todos nosotros hasta el año justo de su nacimiento. Y empiezan a aparecer vacas lecheras, angelitos negros, caras al sol y carmelas enfrentadas, mujeres bien pagás, exigencias de beso sin restricción para la última vez, negritos del África tropical, caras al vent, borriquitos como todos, tardes en el lago donde aprender algo nuevo, libertades sin ira o ramonas pechugonas. Cientos de canciones e historias, entrelazadas a medida que un siglo se asoma y se detiene en la incertidumbre de lo que aún no se sabía qué iba a ser, pero sonaba a esperanza de libertad y cambio, se van narrando de forma paralela a los sucesos históricos. El resultado es emotivo y sorprendente. Servidor, que dedicó once años de su vida a llevar por teatros un formato en directo que se llamaba La música contada, sabe que la mejor manera de contar historias y hasta la Historia es recordar qué se cantaba y por qué. Recuerdo un documental sobre la historia del musical de Hollywood, That’s Entertainment! En él decía Frank Sinatra: “tal vez aquellas melodías no contaran lo que pasaba en las calles, pero sí cómo sentían nuestros corazones”. El libro de Moreno, en cambio, ha hecho el milagro. Ha contado a la vez lo que fuimos aprendiendo a sentir y lo que sucedía en las calles y en los hogares en un fascinante ejercicio de metaanálisis. Y, además, ha creado una playlist para visitarla en internet y escuchar cada uno de los sones de los que habla, mientras lees el libro. Solo le falta que al abrir sus páginas un holograma de Bonet o de Peret canturree perfidias o rumbas a tu lado. Pero eso, todavía lo hace la imaginación y la capacidad de evocación de música y palabras. Cántenselo a fuego.