El pensar en los tiempos del tuit
Razón: portería
Javier Gomá
Galaxia Gutenberg
Círculo de lectores
160 páginas | 17,50 euros
Leyendo los sabrosos ensayos de este libro me he imaginado a Javier Gomá como un pizzero del pensamiento. Entiéndaseme, como un tipo de ésos que heredan trattoria familiar y saben elegir los ingredientes esenciales para ofrecer un plato tan sencillo como exacto en su equilibrio de sabores con memoria. Uno de esos restauradores que al final del almuerzo se sientan a tu mesa para compartir vino y sabiduría. Al cabo, ya en la Grecia de Platón se comía algo parecido a la pizza de hoy. Quizás solo esté proyectando fantasía y volición porque viendo el currículo de éxitos del Gomá laburante −que ya fue en 2004 Premio Nacional de Ensayo por su primer libro Imitación y experiencia− no parece de esas personas que pierda demasiado el tiempo en acciones sin rédito. En todo caso, quien escribe “Feliz es quien no tiene deudas con su vida”, que me parece un buen capuccino de pensamiento, dentro de un contexto cultural tan bien enjaretado, bien merece que lo imagine con mandil de Horacio veterano. Además de director de la Fundación Juan March, Gomá se ha ganado un justo espacio de prestigio en los media como filósofo de utilidades para el hombre moderno en la época del multiapósito digital. Es decir, el espacio que deberían ambicionar la mayoría de los profesionales del pensamiento y del que la gran mayoría se escaquea, con gran perjuicio para sus semejantes que se ven obligados a acudir a los Coelhos de turno a falta de buenos Sócrates a los que atender.
Los 22 ensayos más otros cuatro, un pelín más largos, que reúne este librito que pesa menos que un iphone fueron publicados en las páginas de un suplemento cultural, circunstancia que no resta mérito alguno a la parte mollar de sus reflexiones. Antes bien, se agradece su existencia más cómoda para el lector que el confín de papelillos que amarillean recortados en archivos de cartón. Lo mejor de Gomá es que, teniendo muy claro que el hombre moderno tras la Ilustración y el Romanticismo se perdió bastante en su búsqueda de la individuación por encima de su sentido de pertenencia cósmica, no se dedica solo a sofistear y buscar trending topics, sino que sabe resituarnos en el río heraclitiano de la Historia. Habla del aplauso, más allá de la vanidad del escritor eludiendo cualquier falsa modestia, después de los datos que apuntalan la historicidad de Jesucristo, luego de la necesidad de profetas, más tarde de las edades del hombre y su relación con muerte y eternidad… aquí y allá de la realidad y el deseo, abriéndonos, con gran dominio del idioma, puertas a seguir buscando por nosotros mismos.
Imagina Gomá la existencia de gente que −al igual que los viejos porteros que guardaban su jornada en una garita al pie de las comunidades y de todo lo que el visitante quisiera saber, eran capaces de colmar más que suficiente curiosidad−pudiera ofrecer razones para que cada duda o circunstancia cotidiana que la filosofía hubiese alumbrado en algún momento de la Historia fuese convenientemente satisfecha. Él mismo se hace portero. Pero no promete felicidad ni alegría perpetuas como los charlatanes actuales que se lucran de la inevitable desazón del hombre contemporáneo. Te empuja a entenderte como ser en progreso, como avatar enésimo de la lucha existencial. Se conduele contigo como semejante sin aprovecharse del efectivo y ruin recurso de hacerte sentir la víctima de todas las injusticias. Usa con equilibrio el sentido común y el cultivo de la razón y el conocimiento humanos que su educación le ha permitido y comparte esa receta con los contextos del hombre de hoy, el de la prisa, el tuit y la ansiedad de ser príncipes eternos.
Una alegría escuchar a gente que ha sabido encontrar razón en la escucha de los que razonan.