El siglo del nacionalismo populista
Historia mínima del siglo XX
John Lukacs
Trad. José Antonio Montano
Turner
268 páginas | 14,90 euros
El húngaroamericano John Lukacs es uno de los más grandes historiadores de nuestra época. En vez de creer en las categorías sociales —como la economía o la clase social— que determinan los hechos, Lukacs cree que el gran protagonista de la historia es el ser humano con sus contradicciones, sus sueños y sus ideas. Porque Lukacs se opone a la idea —que desde hace muchos años pasa por “científica”— de que la historia es el resultado de una ecuación en la que sólo intervienen los grandes factores materiales y económicos, de modo que los actos y los hechos históricos sólo son consecuencias de esos grandes factores. Para Lukacs todo eso es falso. Porque lo importante, lo que constituye la esencia de la historia, es “lo que la gente pensaba (y piensa), lo que cree, lo que elige pensar, lo que prefiere creer”. Y en este sentido, Lukacs da mucha más importancia al coraje casi suicida de los aviadores americanos que lucharon en la batalla de Midway que al abandono del patrón oro en los años treinta.
Para Lukacs, los dos grandes fenómenos colectivos del siglo XX han sido el odio, que ha guiado a los extremistas de derecha, y el miedo, que ha guiado a los extremistas de izquierda. Y a la hora de escribir una historia del siglo XX, hay muy pocos autores que tengan los conocimientos de primera mano que ganó Lukacs en su juventud sobre el odio y sobre el miedo. Nacido en 1924, en Budapest, hijo de católico y judía, fue reclutado a la fuerza por un batallón de castigo por ser “medio judío”, y poco después, cuando los nazis invadieron Hungría, logró esconderse y escapar al Holocausto. En 1946, tras la ocupación soviética de su país, Lukacs huyó a Estados Unidos, donde ha pasado su larga vida dando clases de Historia en un college de Pensilvania.
John Lukacs se proclama reaccionario, pero en realidad es un conservador a la antigua —admirador de Alexis de Tocqueville y de Johan Huizinga— que desconfía de la demagogia de una gran parte de la izquierda, pero que también desdeña a los políticos conservadores como Reagan y Bush, a los que considera “infantiles y simplistas”, y a los que acusa de haber caído en los dos vicios políticos que Lukacs más desprecia y más teme: el nacionalismo y el populismo. Y la historia del siglo XX que resume Lukacs en su tratado está saturada de nacionalismo y de populismo (dos términos que no existían en el siglo XIX). En contra de lo que se suele creer, Lukacs está convencido de que el nacionalismo ha sido un aglutinante ideológico mucho más poderoso que la lucha de clases propugnada por los pensadores marxistas. Y cuando hace un resumen del siglo XX, Lukacs llega a la conclusión de que los dos grandes protagonistas del siglo no han sido Hitler y Stalin —dos infernales, dos colosales nacionalpopulistas que fueron capaces de fundir en una misma ideología lo peor del nacionalismo y del populismo—, sino Churchill y Roosevelt, es decir, un conservador y un liberal de izquierdas que se inclinaron por el patriotismo y por el internacionalismo (o lo que es lo mismo, por todo lo que se opusiera al odio y al miedo). Y si Churchill y Roosevelt no hubieran estado en el poder en 1940, y en su lugar hubiesen estado sus mediocres predecesores —Chamberlain y Hoover—, Hitler habría ganado la guerra sin ningún problema. No fue una cuestión de factores económicos ni de correlación de fuerzas, sino de valentía e inteligencia. Y eso es algo que olvidamos a menudo, sobre todo en estos tiempos en los que no hay indicio alguno de valentía ni de inteligencia por ninguna parte.