Elogio y elegía de Inglaterra
Pompa y circunstancia
Ignacio Peyró
Fórcola
1.068 páginas | 49,50 euros
El adjetivo está un poco gastado y se aplica a veces rutinariamente, pero hay libros que pueden calificarse de monumentales al margen de que sean voluminosos, cuando la extensión, que en principio actúa como un factor disuasorio, no equivale a prolijidad o incontinencia. Pompa y circunstancia, el documentado, ameno y elegante “diccionario sentimental” que el escritor —muy buen escritor— y periodista Ignacio Peyró ha dedicado a la cultura inglesa, entendiendo por esta un amplísimo abanico de referencias que abarcan la literatura, la historia, la política, la religión o las costumbres —y la idea, construida sobre tópicos o realidades, que tanto los británicos como los continentales tienen de todo lo relacionado con la singularidad de las Islas—, es un libro en efecto monumental que deja con ganas de más, pese a rebasar el millar de páginas.
Fruto de incontables paradojas, el “genio británico” es algo en rigor inaprensible que sólo puede ser explicado, como hace Peyró, no desde la teoría —el pragmatismo es una de las señas de identidad de la mentalidad inglesa— sino a partir de sus manifestaciones específicas, esto es, abordando los usos, rituales o personajes concretos que asociamos a lo inglés, con sus luces y algunas de sus sombras. El autor sitúa entre las primeras el temperamento liberal, la tolerancia, la continuidad de las instituciones, el respeto a la vida privada, las cualidades del gentleman o el fair play, ingredientes habituales del cóctel que ha atraído desde antiguo —una de las entradas se dedica a Voltaire, cuyas Lettres anglaises hicieron mucho por difundir la mejor cara del país— a quienes han interiorizado la “seducción anglófila”, a veces hasta extremos caricaturescos, o hecho de la inglesa lo que Peyró llama una “tradición habitable”.
Nada sabe de Inglaterra quien sólo conoce Inglaterra, se decía en la época del Imperio, y del mismo modo el juicio de los extranjeros ha contribuido a moldear, no la imagen que los británicos tienen de sí mismos —eso sería pedir demasiado, tratándose de un pueblo famosamente indiferente a la opinión ajena—, sino la que ha circulado por el mundo e influido de manera decisiva hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial, en la que Gran Bretaña vivió, bajo el liderazgo de Churchill, “su mejor hora”. A partir de entonces todo ha ido a peor para quienes añoran los viejos ideales —Peyró cita a Roger Scruton, el autor de England: An Elegy— y, coincidamos o no con su enfoque demasiado optimista respecto al influjo benefactor de las elites cultivadas o con su percepción de una decadencia irreparable, una de las virtudes de Pompa y circunstancia es que nos muestra de qué está hecho ese legado, tanto en los hitos principales como en las minucias —gestos, ceremonias, indumentaria— o las jugosas anécdotas asociadas.
Peyró se sirve de una prosa brillante, a menudo impregnada de ironía, y sabe darle un tono personal a lo que en otras manos habría sido un centón envarado o meramente acumulativo. Su diccionario de autor es un libro menos de consulta, aunque contenga mucha información aprovechable, que de lectura, pues las entradas, como en las buenas enciclopedias, toman la forma de breves ensayos caracterizados por una erudición festiva. Es verdad que su aproximación, siendo vasta, no cubre todo el universo british, y que la mirada de Peyró —de raíz conservadora, aunque no en absoluto acrítica— es la del anglófilo refinado —admirador de la alta cultura, de los valores patricios, del poema “If”, de las camisas bien planchadas— que a lo más que condesciende es a tratar de la llamada “princesa del pueblo”. Hay, en fin, otras Inglaterras, pero es posible amar por igual las novelas de Anthony Powell, Evelyn Waugh o Nancy Mitford y —digamos, por poner un ejemplo extremo— las guitarras desquiciadas del punk de los setenta.