La extraña aventura de Henry James
La locura del arte
Henry James
Edición de Andreu Jaume
Lumen
424 páginas | 23,90 euros
Caracterizada por sus meandros y circunloquios, la narrativa de Henry James se mueve entre el refinamiento exquisito y un grado de sofisticación que, a despecho de su calidad, puede llegar a ser muy arduo. Una parte de James, la más prolija y envarada, es susceptible de provocar cierta irritación o cierta impaciencia, pero por encima de su proverbial tendencia al manierismo —más acusada con los años, según sus biógrafos como consecuencia de la práctica del dictado que sustituyó a la escritura directa— hay en el autor neoyorquino un rigor, una sutileza, una capacidad analítica que resultan siempre admirables. Dichas cualidades, como demuestran las aproximaciones de James a textos propios o ajenos, se extienden a su tarea crítica, esencial a la hora de entender una elaboradísima manera de cultivar el realismo de la que se deduce, en vísperas de la demolición del género por obra de las vanguardias, toda una teoría de la novela.
Presentados en impecable edición de Andreu Jaume, los prefacios y ensayos reunidos en esta antología —cuyo título recoge una famosa afirmación de James, por boca del protagonista de Los años intermedios: “Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos, damos lo que tenemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión nuestra tarea. El resto es la locura del arte”— permiten acceder a una selección representativa del pensamiento del Maestro y ponen de manifiesto que pocos narradores ha habido, entre los defensores del estilo elevado, con una conciencia tan clara de su propósito. El volumen incluye reflexiones generales sobre “El arte de la ficción”, “El futuro de la novela” o “La ciencia de la crítica” y otras, igualmente significativas, enfocadas a autores concretos —Shakespeare, George Eliot, Flaubert, Balzac—, pero resulta especialmente interesante cuando el artista desdoblado en crítico, hacia el final de su trayectoria, aborda con perspectiva su trabajo como novelista.
El aristocrático James, aunque orgulloso y seguro de sí mismo, no era ni mucho menos indiferente a la acogida del público. Pese a su prestigio, consta que las modestas ventas de sus libros o el sonado fracaso como dramaturgo —consignado por David Lodge en su excelente novela ¡El autor, el autor!— le afectaron profundamente. Esta relativa insatisfacción pudo actuar como un estímulo para que decidiera revisitar el conjunto de su narrativa con vistas a la edición neoyorquina (1907-1909) de sus Novels and Tales, publicada en 24 volúmenes que fueron apareciendo precedidos de otros tantos prefacios en los que no sin melancolía el ya sexagenario novelista planteó, en palabras de Jaume, un “soliloquio especular” donde evaluaba críticamente las intenciones y los resultados de su “comedia humana”, antes de emprender la postrera redacción de sus memorias. Poco hay en ellos de autobiografía, pero su contenido es particularmente revelador del camino seguido por James desde los iniciales estudios de costumbres hasta la morosa, ambigua y desconcertante complejidad de su última etapa.
Como apunta el editor, que habla de “desguace” o desmontaje del “decorado del escenario decimonónico”, Henry James ocupa un lugar de transición entre la novela del que fue su siglo —aunque la trilogía que culmina en La copa dorada, donde llevó al límite su voluntad de experimentación, pertenece ya al XX— y lo que los ingleses llaman el modernismo. No hay una línea estricta de continuidad, pues las generaciones del Novecientos optarían por la ruptura total y James no se proponía ir tan lejos. En todo caso está claro que su obra, que había provocado perplejidad en muchos de los contemporáneos pero no fue reivindicada por los inmediatos sucesores, forzó las posibilidades de los modelos heredados hasta refundar el género de un modo obsesivo, concienzudo y extraño, marcadamente artificioso y a la vez lleno de vida.